ESTO CON FRANCO NO PASABA

La intención del Gobierno de España, el Gobierno de Pedro Sánchez, el Gobierno del PSOE, de exhumar los restos del dictador, Francisco Franco, de Cuelgamuros, más conocido como "El Valle de Los Caídos" (de los caídos por Dios y por España) en la denominada "Guerra Civil Española" - como si solo hubiera habido esa - ha abierto un encendido debate público. La sociedad española, más de cuarenta años después de iniciar el actual periodo democrático, sigue dividida en los dos bandos que se enfrentaron en la guerra civil de 1936-39. Hay que tener en cuenta que ninguna dictadura, ni de derechas ni de izquierdas, se ha mantenido en el poder durante tanto tiempo como lo hizo la franquista de no contar con un amplio y sólido apoyo popular. Sé que a mucha gente no le gusta escuchar esto, pero lo cierto e indiscutible es que entre 1939 y 1975, que es el tiempo que permaneció Franco en el poder - y lo dejó cuando murió en la cama, de viejo, convendría no olvidarlo -, nuestros conciudadanos (y nuestras conciudadanas), al menos la inmensa mayoría, fueron franquistas o estuvieron cómodos con la dictadura. Sus hijos y sus hijas son nuestros actuales representantes políticos en el Parlamento; esto también deben tenerlo en cuenta. Es cierto que hubo un movimiento antifranquista, sobre todo organizado por el PCE, pero éste fue poco numeroso y nada efectivo, a los resultados me remito. Cosa bien distinta somos quienes no vivimos el franquismo y somos descendientes de represaliados, bien durante el conflicto armado o bien durante la dictadura en sí, que llevamos mucho tiempo acumulando odio, resentimiento y bilis.

Actualmente, como ha demostrado el debate público sobre el plan del Gobierno de sacar la momia de Franco de la tumba en que la metieron hace 43 años, el franquismo sigue entre nosotros, contrariamente a lo que yo pensaba - soy un ingenuo, no tengo remedio ni lo quiero tener -, y se manifiesta tanto a través de ciertos generales, unos retirados y otros en la reserva, como mediante algunos políticos de extremo centro. Entiendo, comprendo y respeto profundamente a las personas que, como mi querido Vicen Tron (Darth Vicente) - respetaré su anonimato en las redes sociales por cuestiones profesionales -, quieren huir de revanchismos y venganzas, apelando a los valores democráticos. De hecho, Vicente, que es un gran tipo, se quejaba recientemente en una conocida red social de un mensaje que se está difundiendo y en el que se aboga por echar los restos de Franco a una cuneta. Añado yo que, por mí, sería bueno que no se informara de en qué cuneta se han arrojado los despojos del dictador a fin de que sus familiares tengan que buscarlo por sus medios, como puedan. Sé que suena duro, despiadado y carente de todo asomo de humanidad, tienen razón, así es: es más, rezuma odio. También respaldaría la idea expresada por muchas personas, entre ellas el conocido diputado de ERC, Gabriel Rufián, de dinamitar todas las construcciones del Valle de Los Caídos con todo lo que hay dentro, sin mover un guijarro de su sitio; y no me tiren de la lengua que cometeré algún delito de los contemplados en la Ley Mordaza. Me gustaría que entendieran, comprendieran y respetaran profundamente mi opinión, que sé que no es solo mía, pero no se lo voy a pedir porque no creo que mi postura sea entendible, ni comprensible, ni mucho menos respetable. Por eso mismo me alegra no ser yo, ni nadie que piense como yo, quien pilote el proceso y el procedimiento para desahuciar al cadáver del dictador genocida de la Abadía de la Santa Cruz, la Basílica de Cuelgamuros. Mi historia familiar, que no es distinta a la de muchas otras personas de este país que se llama España, no me permite mostrar la más mínima consideración con el general golpista y dictador sanguinario, cuyo cadáver putrefacto convertiría en alimento para carroñeros, aunque no sé si esto sería un delito medioambiental. 

En definitiva, como dice mi querido amigo, David: "todas las ideas son discutibles y no todas las personas son respetables". En este caso, el dictador asesino, genocida - que aunque no creo que fuera nunca fascista porque no le daba su escaso entendimiento para profesar ideología alguna, vamos a añadirle también esta etiqueta que no le va ha sobrar tampoco -, no solo no merece ningún respeto sino que debería ser objeto de un profundo desprecio ciudadano generalizado. Esto último es lo que ocurre en Alemania y debería ocurrir en Italia, país en el que su dictador fascista, éste sí, fue fusilado, colgado, despanzurrado y paseado por la calle para gozo de sus sufridos conciudadanos, algunos de cuyos descendientes demuestran no haber entendido nada. En España, el espantajo contrahecho de nuestro dictador facha murió de viejo y el único consuelo que me queda es que, por lo menos, tuvo una larga agonía. Por cierto, y para que no haya dudas, en la URSS no hubo dictadores; lo digo por algunos revisionistas de la Historia y falsificadores profesionales.

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