SE NOS COMEN LOS HIERBAJOS

Cuando Podemos hizo su fulgurante aparición en el panorama político español una de las ideas que más me gustaron de las que formaban parte del acervo ideológico del nuevo partido fue aquella que proponía sustituir el viejo eje izquierda-derecha como paradigma explicativo de la compleja realidad sociopolítica hispánica. Se trataba, eso decían Pablo Iglesias, Iñigo Errejon y Juan Carlos Monedero, entre otros, de utilizar un nuevo paradigma explicativo, el de arriba-abajo, o mejor dicho, los de arriba vs. los de abajo. Se basaba en la hipótesis, que ahora se me antoja pueril pero que en ese momento me sedujo, de que el pueblo, la ciudadanía, por definición honrada estaba gobernada por una élite política corrupta que gozaba de privilegios feudales que no se merecía, cuyos miembros, que provenían del pueblo, eran una excepción. Un remedo de la tesis que inspiró la Revolución Francesa (1789) y que precipitó la caída del Ancien Régime para alumbrar la Modernidad y la semilla de las democracias occidentales: la idea de ciudadanía y la abolición de los privilegios socioeconómicos. En realidad, la nueva dicotomía propuesta inteligentemente por los brillantes politólogos madrileños de la Complutense es tan maniquea como la que se pretendía sustituir pero en mi defensa diré que en ese momento me parecía fresca y novedosa. Tal vez fue la sensación generalizada de que estábamos viviendo un cambio político con consecuencias socioeconómicas semejante, salvando las distancias, al que vivieron los franceses a finales del siglo XVIII, o que somos todos idiotas (no descarten todavía está posibilidad) pero lo cierto es que me (nos) vendieron la burra vieja a precio de caballo purasangre de exhibición.

Han pasado tan sólo 4 años de aquello, aunque a la velocidad con que se han desarrollado los acontecimientos parezca que han transcurrido 40, y todo ha vuelto a su sitio. La alianza de Podemos con IU y otra serie de partidos minoritarios de la izquierda supuso la confirmación de que el partido de Pablo Iglesias regresaba al viejo eje izquierda-derecha para ubicarse ideológicamente a la izquierda del PSOE. El PSOE de Pedro Sánchez recuperaba el espacio político que desde 1977 le era propio y dónde le ubicaba el electorado, el centro-izquierda; cabe señalar que este partido es el único que está recuperando antiguos votantes que habían emigrado a otras formaciones políticas y que también está atrayendo a buena parte de los nuevos votantes, es decir, de los jóvenes que cumplen los 18 años. El PP, que ha sido el único partido político que no se ha movido de su sitio, paradójicamente se ha revelado como el más afectado por esta resitualización en el eje izquierda-derecha ya que no tiene margen de maniobra y su electorado se muere de causas naturales. Ciudadanos, que ha transitado de la socialdemocracia al neoliberalismo en solo un congreso, ha pretendido sustituir al PP en el centro-derecha pero por ahora el electorado lo ubica a la derecha del partido de Pablo Casado; como dice mi amigo Bernardo, lo realmente importante no es cómo se define ideológicamente un partido político sino dónde lo ubica el electorado. El electorado, y no la ciudadanía o "el pueblo", es el que decide todo en democracia; digo esto porque creo que hay partidos políticos que no lo tienen todavía interiorizado. Un electorado al que los politólogos madrileños que fundaron y dirigen Podemos siempre se han dirigido usando un registro lingüístico académico, revelando cuál era su, perdónenme el anglicismo, "target". En este contexto, el concepto "los de abajo" no se sitúa tan abajo como parecía, o nos lo parecía a algunos ilusos e indocumentados, sino que parece - que conste que he dicho "parece" - no incluir a lo que los antiguos llamamos alegremente "clase obrera". Un acontecimiento más relevante de lo que parece, y nada que ver con el circo mediático que se ha montado al estilo "Sálvame de Luxe", es que en estos cuatro años, Pablo Iglesias, ha pasado de ser un profesor universitario soltero que vivía en un piso de Vallecas a un señor diputado casado y con dos hijos que reside en un chalet de lujo en la sierra de Madrid. Al respecto conviene señalar que tanto él como toda la cúpula de Podemos han insistido siempre en la identificación con el modo de vida de su electorado, cosa que no ha cambiado, en realidad nunca cambió. Como dice el popular meme: "Emosido engañado".

En el chalet de Galapagar que se ha comprado el matrimonio Montero-Iglesias - empleo este orden porque ellos han "decidido" que sus hijos usen como Dios manda los apellidos, o sea, primero el del padre - crecen libremente las malas hierbas sin nadie que vaya a retirarlas. Los inscritos y las inscritas de Podemos son mucho de tweets y posts pero poco de doblar el lomo, por eso no han establecido corveas - y mira que se lo dije - para mantenerle el jardín a la mediática pareja que dirige el partido. Xavier Domènech, que dirigía Podem Catalunya, como es un hombre honrado, íntegro y coherente, además de profesor de Historia, que eso también forja el carácter, ha hecho mutis por el foro, dimitiendo de todo y entregando su acta parlamentaria, harto de tanta tontería. Esto último no lo dirá Xavier, que es muy educado y sensato, pero es lo que se lee entre líneas de su post de despedida en una conocida red social, así es de coherente este hombre. Domènech no ha sido el primero, ni será el último, recuérdenlo, se nos comen los hierbajos y a estas alturas ya no pueden arrancarse todos, lo mejor es dejar perder el terreno. Salud y República.

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