EL HUNDIMIENTO ELECTORAL DE LA IZQUIERDA
Los reyes magos nos han traído carbón, muy carbón y mucho carbón, al rojerío hispánico. La derecha, el centro liberal y la ultraderecha, que deberían ser como el agua y el aceite, se han mezclado en tres tazones que nos van a dar de tomar a quienes no queríamos ni oler el caldo. Y lo han hecho en Andalucía, donde ha comenzado la segunda Reconquista, impulsada por el Don Pelayo contemporáneo, un nazi. Una Reconquista que va en sentido inverso a la primera, de sur a norte, que igual quiere decir algo o tal vez no, váyase usted a saber porque estos nazis siempre han tenido poca materia gris y no digamos ya los que criamos en las Españas imperiales. De hecho esto que llamamos "la Reconquista" no fue tal sino una conquista, a machamartillo, a mandoble de espadón y empujón de caballería, y contra el infiel, pero una conquista en la que el moro no era extranjero sino autóctono; fue más una guerra civil, otra. Lo que pasa es que en el siglo XXI en el mundo civilizado, o sea se, en las democracias occidentales, las conquistas territoriales ya no se hacen a tortazos sino con urnas y el infiel lo es por ideología y no por religión. Total, que en este caso, los conquistadores son los megamachos de la derecha cerril, carpetovetónica, troglodita y montaraz - o sea se, la de toda la vida, la clásica española de ayer, hoy y siempre -, y el enemigo, los infieles, somos los vagos y maleantes que contuberniábamos contra el generalísimo, es decir, la antiespaña, toda la morralla social, el desecho de tienta. Mientras tanto, la izquierda española, perpleja, intentando sin éxito entender qué ha pasado en Andalucía, bloqueada, superada por las circunstancias, ni está ni se le espera. Vamos, como siempre. Y a todo esto, la tragedia se cierne sobre nosotros, y nosotras, sobre todo sobre "nosotras", en forma de hundimiento electoral de la izquierda que se avecina sin que nada ni nadie haga nada por evitarlo.
Tradicionalmente, la izquierda se ha retirado a la cueva para reflexionar tras cada derrota electoral, con el fin de analizar con detenimiento las causas y consecuencias, extraer las conclusiones pertinentes y hacer propósito de enmienda. Es cierto que siempre ha trascendido el inicio del proceso pero nunca las conclusiones, fundamentalmente porque de haberlas, que no las ha habido nunca, eso también os lo digo, darlas a conocer hubiera supuesto echarle de comer al enemigo pienso hormonado. En estos tiempos de zozobra que nos toca vivir, la izquierda patria anda cavilando, ensimismada en sus cosas de rojos pijo-progres de salón de de té, a ver si logra entender qué ha podido salir mal en Andalucía para que se haya ido al traste el plan infalible que habían urdido, al alimón, Susana Díaz (PSOE) y Teresa Rodríguez (Podemos) para ganarse al electorado y el gobierno de Andalucía. No seré yo quien le enmiende la plana a estas ilustres próceres de la izquierda, sus superiores madrileños y sobre todo mucho menos a la señora marquesa y el señor marqués de Galapagar, que son infalibles como el Papa. Con todo, casi un millón de personas que votaron a ambos partidos en los anteriores comicios, esta vez se han quedado en el sofá, a verlas venir, circunstancia en la que, digo yo, alguna responsabilidad tendrán las personas citadas. Esto, que hace mucha risa, es un aviso a navegantes de la mar arbolada que amenaza con hundir las naves de la Armada Invencible de la izquierda cañí de aquí a cinco meses. Porque, si he entendido bien la movida, lo que está ocurriendo, así a grandes rasgos, grosso modo, es que los partidos de izquierdas están desmovilizando a su electorado, probablemente por falta de entusiasmo, mientras los partidos de derechas movilizan con facilidad a sus huestes, que salen de los conventos, las residencias de ancianos y la caverna en ordenada formación de a dos. La pregunta que es obligado hacerse, más que "por qué" es "cómo", porque creo que en ese "cómo" radica el quid de la cuestión que la izquierda ha sido incapaz de comprender o, por lo menos, no nos ha dado ninguna razón. Lo que sí nos ha dicho la izquierda, o mejor dicho, los partidos de izquierdas, es que tanto si han entendido la cuestión como si no, es que se la trae al pairo todo y está en modo "destroyer". Digo esto porque tras el resbalón en Andalucía, ni PSOE ni Podemos han hecho nada. Impasible el ademán, prietas las filas, parecen haber interiorizado aquel mensaje que alrededor de mediados de la pasada centuria le dijera el almirante, Luis Carrero Blanco, al general Francisco Franco, tras un consejo de "ministros", como estrategia para capear el temporal que se les venía encima tras la debacle de sus socios en la IIGM: "Orden, Unidad y Aguantar". Bueno, en realidad miento, las formaciones de izquierdas sí han hecho algo, dos cosas: una, echarle la culpa de la situación al electorado abstencionista, asumiendo que la abstención es provocada por la molicie, la falta de conciencia cívica o, en el peor de los casos, complicidad con la extrema derecha - esto es lo mismo que aconsejar seguir cavando para salir de hoyo, un sindiós -; y dos, convocar más procesiones con batucada, cosa del todo razonable visto el notable éxito de las anteriores.
El refranero hispánico, que tiene siempre un roto para un descosido, asegura que: "quien siembra vientos recoge tempestades" y las izquierdas han sembrado muchos vientos, por todas partes, en todas sus tierras, y nos viene un ciclón. El tsunami de las derechas ha arrasado el sur peninsular de Tarifa a Despeñaperros y el oleaje ya golpea el sur de la meseta como el ejército de los caminantes blancos se planta ante El Muro. Y, desde luego, la Madre de Dragones, apalancada en su fortaleza de Galapagar; Cersei Lannister, agazapada en Desembarco del Rey; y El Rey en el Norte, que va como pollo sin cabeza, no son rival para el Rey de La Noche, sus dos esbirros y el dragonaco que le han birlado a los marqueses complutenses. Avisados están.
El refranero hispánico, que tiene siempre un roto para un descosido, asegura que: "quien siembra vientos recoge tempestades" y las izquierdas han sembrado muchos vientos, por todas partes, en todas sus tierras, y nos viene un ciclón. El tsunami de las derechas ha arrasado el sur peninsular de Tarifa a Despeñaperros y el oleaje ya golpea el sur de la meseta como el ejército de los caminantes blancos se planta ante El Muro. Y, desde luego, la Madre de Dragones, apalancada en su fortaleza de Galapagar; Cersei Lannister, agazapada en Desembarco del Rey; y El Rey en el Norte, que va como pollo sin cabeza, no son rival para el Rey de La Noche, sus dos esbirros y el dragonaco que le han birlado a los marqueses complutenses. Avisados están.

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