LA MATRIOSKA DE LA DERECHA

La derecha en España está de mudanza y no lo digo porque el PP esté pensando en cambiar de sede porque esto no es una mudanza o, por lo menos, no es sólo una mudanza sino el canto del cisne del que desde 1976 hasta la actualidad ha sido el principal partido de la derecha en España. Lo que está haciendo el PP es lo mismo que a lo largo de la Historia han hecho los partidos políticos que sabían que se extinguían, destruir sus archivos y tal vez han visto que a Cristina Cifuentes, ex presidenta de la Comunidad de Madrid, le resultó fructífero el método de la mudanza para deshacerse de ciertos documentos que le podrían haber causado un serio problema judicial. En fin, que la derecha en España se está mudando pero no de sede sino de partido, se está yendo del PP a VOX. El triunfo de VOX, la formación cuyo amado líder, Santiago Abascal, es un producto del PP y de Esperanza Aguirre al alimón, ha sido un proceso largo y trabajado que ha llevado al partido de la ultraderecha de ser una fuerza política residual que supervivía en los márgenes del sistema político a las proximidades del sorpasso. Y, a diferencia de lo que pasó en la izquierda con Podemos, cuyo anhelado sorpasso al PSOE sólo existió durante un año y exclusivamente en las encuestas, el de VOX es mucho más sólido y amenaza con mayor intensidad al PP. El partido que fundaron en 1976 "los siete magníficos", que eran siete magníficos ministros del franquismo, y que ha sido, repito, el buque insignia de la derecha española en el actual periodo democrático, igual que en el anterior lo fue la CEDA - eso sí, para ser justos hay que darle un periodo de interin en el que la UCD ocupó interinamente este lugar - está escribiendo su epitafio en una muerte de larga agonía fruto de la intensa guerra de desgaste que ha propiciado VOX para unificar de nuevo a las derechas en un partido único, un partido para gobernarlos a todos, un partido para encontrarlos, un partidos para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas; el sueño húmedo de Franco que éste cumplió en 1937, ya tú sabes.

La derecha en España es una y trina, como Dios, y está formada por la matrioska que constituyen el PP, VOX y Ciudadanos, circunstancia que siempre ha irritado notablemente a los dirigentes del partido de la gaviota, perdón, del charrán. Esto ha sido así en la medida en que el PP ha sufrido dos escisiones, una por su izquierda, Ciudadanos, que pretendió aglutinar al liberalismo; y otra por su derecha, VOX, que pretendió aglutinar al posfranquismo. Ciudadanos ya ha vivido sus quince minutos de gloria y está siguiendo diligentemente los pasos que le marcó UPyD, por lo que en el momento en el que escribo estas líneas tiene certificado de defunción. Una de las muñequitas que vuelve a la matrioska. VOX, en cambio, surge porque el PP desembridó a la ultraderecha que había tenido bien amarrada desde que Fraga y los otros seis ministros franquistas cuyos nombres no les van a sonar, Padres Fundadores, recogió el testigo del Movimiento Nacional y le puso el bozal a una ultraderecha que ya asomaba el hocico, amenazando con morder. Este retrato a brocha gorda de la derecha española debe completarse, siguiendo el mismo enfoque analítico, diciendo que las tres muñequitas de la matrioska derechista, como el anillo único de Mordor, siempre han querido volver al Monte del Destino para encajarse en el dedo seminal de Dios Padre, José María Aznar, cuya carta de renuncia rompió Manuel Fraga, anunciando que "¡Aquí no hay tutelas ni tutías!". De los generosos pechos de Aznar han mamado tanto el tristemente defenestrado y nunca suficientemente llorado Albert Rivera como el macho hispánico, Santiago Abascal. Y a los paternales brazos del madrileño de apellido vasco van a ir regresando, por sí o por Arrimadas interpuesta, para darle gusto a su deseo franquista de unidad. Y aquí, en la derecha hispánica, a diferencia de lo que pasa en la izquierda, que le van más las escisiones, las reunificaciones se producen por cojones, nada de sutilezas ni navajeo de pasillos en congresos partidistas. La derecha en España rebosa testosterona, es machirula, y de debate de ideas pasa como de la mierda porque para ellos eso es una pérdida de tiempo que distrae del objetivo primordial, terminar de aplastar a la anti-España, que Franco no consiguió rematar satisfactoriamente porque todavía quedamos unos 26 millones de hijos de puta para fusilar, hijo de puta arriba o abajo, que nos tienen contados; a lo mejor es que era monoárquico y esto de "rematar" no se le daba muy bien, no lo sé.

El próximo e inevitable sorpasso electoral de VOX al PP va a suponer un terremoto político en España de dimensiones que en este momento no puedo calibrar en su totalidad. La mudanza que se ha iniciado en la derecha española, trasladando "los trastos" del PP a VOX y estableciéndose la "casa común" de la derecha en el partido de Abascal va a concluir con un reposicionamiento ideológico que va a situarla en la extrema derecha más ultramontana y carpetovetónica de Europa. El PP abrió sus carnes para parir a Ciudadanos y a VOX, pensando que como el Saturno romano o el Cronos griego podría luego arreglar el asunto devorando a sus hijos para deglutirlos y recuperar la homeostasis pero la cosa le ha salido regulinchi. No voy a decirles que lloraré la desaparición del PP porque estaría mintiéndoles pero sí les diré que me preocupa mucho más que la mudanza, el sentido de la misma porque el principal partido de la oposición y de referencia de la derecha en España va a ser uno que ya no tiene embridado al nacionalcatolicismo de raigambre falangista sino que es éste y a quien va a embridar es al fracasado intento de que en España hubiera una derecha democrática homologable a la europea. En fin, que se avecinan malos tiempos para la lírica. Vayan atándose los machos.

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