LAS ELECCIONES CATALANAS
Las elecciones catalanas de la pandemia las ha ganado ERC, que paradójicamente es el partido que ha quedado segundo, a 50.000 votos del PSC, que ha quedado primero aunque empatado en escaños con el segundo pero no va a poder formar gobierno. En los regímenes parlamentarios el que gana las elecciones es el partido que tiene los apoyos suficientes para formar gobierno, esto puede parecer una perogrullada pero aún hay politólogos de reconocido prestigio que no acaban de cogerle el tranquillo al concepto, no digamos ya los periodistas. El efecto Illa, que ha impulsado al PSC, esto no puede discutirse, hasta el punto de ser el único partido que ha mejorado resultados en votos y escaños con respecto a las elecciones de 2017, le ha otorgado una victoria que va a servir para consolidar el liderazgo de Pedro Sánchez, anclar al Gobierno de España al PSOE y dejar a Podemos, las confluencias y toda la pléyade de largos nombres alambicados para sus grupos, subgrupos y taifas varias en el mismo sitio y a la misma hora que la extinta IU, pero de gobernar en Catalunya ni pruna. La única posibilidad que tiene el PSC de hacer algo por darle sentido o sacar rentabilidad aunque sea magra a su victoria es pactar con ERC un gobierno en solitario de los del mossén Junqueras y el monaguillo Rufián pero es una posibilidad remota. Lo lógico es que ERC logre investir a Pere Aragonés con una alianza con Junts per Catalunya, la alegre muchachada de Puigdemont, y el apoyo de la CUP si es que la asamblea no decide entrar en el Govern, que entonces ya ni te digo.
En los partidos políticos de la derecha hispánica, que es una y trina como Dios, hay una de cal y dos de arena. La arena está cayendo a paletadas en la tumba política que diligentemente ha ido excavando Ciudadanos, que conserva en su nombre la s del plural en una concesión evocadora de los viejos y dorados tiempos del sorpasso. Si Podemos soñó también con el sorpasso y se llevó un tortasso que lo reequilibró en el lugar que debe ocupar, el que tradicionalmente ocupó primero el PCE y luego IU, el que ronda el 10%, Ciudadanos se ha llevado un hostiasso tremendo, amenaza ruina y apunta a terminar como UPyD. También cae arena en el hoyo que Aznar abrió para Rajoy y éste lo legó gustoso al pipiolo Casado pero aquí hay cimientos forjados en el sufrimiento y la irrelevancia de la sucursal catalana y va a ser más difícil sepultarlo, otra cosa será cuál sea la suerte del pipiolo. Y la de cal se la lleva la ultraderecha neofascista y machirula de VOX que ha crecido como un tumor, infectando la convivencia entre catalanes y entre éstos y el resto de españoles a fin de rascar alguna subvención que echarse al zurrón. Y mientras tanto, la horda de imbéciles, que no decaiga la fiesta, saliendo a la plaza de Catalunya con pancartas, banderas y silbatos para protestar porque VOX ha sacado 11 escaños y así darle la razón a los herederos intelectuales de José Antonio Primo de Rivera.
En la derecha catalana también pintan bastos, no se crean que se han librado de la somanta aunque traten de disimularlo con la matraca de la independencia. Junts, que había sido el partido hegemónico en el independentismo catalán ha cedido el mando a ERC, se ve que a su electorado no le ha hecho mucha gracia que su candidata, Laura Borràs, se declarase de izquierdas a pocos días de los comicios o tal vez se han cansado de las tonterías de Puigdemont y sus repúblicas imaginarias e intermitentes que sólo duran unos segundos mientras él vive a cuerpo de rey en una mansión de Waterloo y va haciendo caja a base de conferencias mientras Junqueras languidece en prisión. Y lo peor se lo ha llevado el partido que se inventó Artur Mas para enterrar a Convergencia, invadida de corrupción, que se ha quedado en 0 escaños, sí, han oído bien, los herederos del pujolismo que se rieron tanto del descalabro por otra parte lógico de Unió se han ido con Duran i Lleida a llorar por las esquinas de TV3. En fin, luego dirán los catalanes que no son españoles.

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