LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y TRAER MANZANAS.

En estos días aciagos que nos toca vivir, que median entre la pandemia y el meteorito con la posibilidad más o menos cierta de que nos visiten entre la una y lo otro los alienígenas con a saber qué intenciones, a quienes nos definimos de izquierdas o mejor dicho, socialdemócratas, nos toca lidiar además con el adanismo de la izquierda cumbayá y sus mundos fantásticos súperpoblados por unicornios de colores. Esto resultaría anecdótico e irrelevante y hasta gracioso si no fuera porque la izquierda cuqui está en el Gobierno y sus delirios esquizoides se traducen en iniciativa legislativa. Así las cosas, a los épsilons adocenados que el amado líder tiene apesebrados a base de soma adulterado y a los que impone sus performances performativas de raigambre laclausiana, tras pasar por las tonterías del lawfare y la normalidad democrática, que les han salido regulinchi, les ha dado ahora por traginar en el berenjenal de la libertad de expresión. Normalmente, cuando nos metemos en camisa de once varas o mejor dicho en terrenos ignotos o por lo menos desconocidos para nosotros, lo que las personas normales hacemos es titubear y tratar de dejar claro que nuestro conocimiento al respecto es limitado pero esta gente no, estos adanes de la verdadera izquierda están siempre en posesión de la verdad absoluta. Tal es el pifostio mental en el que se han metido que sus altavoces mediáticos andan erráticos entre tontá y tontá, tratando de justificar lo injustificable, diciendo lo uno y su contrario con diferencia de minutos y pretendiendo tener razón en ambos casos, por lo que no les queda más remedio que acogerse al "manzanas traigo" de toda la vida.

El caso es que por estas fechas señaladas, a la justicia española, siempre tan equilibrada, le ha dado por encarcelar a un gilipollas integral que dice ser "rapero" - yo no tengo claro si se refiere al rap, ese género musical que, perdónenme, sólo me interesa cuando saca El Intermedio los de Álvaro Carmona, o al rape, ese pescado feo de cojones con el que se hace un fumet buenísimo - pero que no pasa de imbécil, a consecuencia de una serie de fechorías entre las que se incluye la agresión a periodistas y medios de comunicación así como un "rap" (el entrecomillado es a propósito) en el que ponía a parir al anterior titular de la jefatura del Estado. La versión del rapero y la izquierda cuqui, ambos son mucho del matiz y la reflexión, es que al sujeto en cuestión le ha caído la del pulpo judicial porque ha escrito unos tuits, vale, unos sesenta tuits, cagándose en la puta madre de los borbones y su maldita estirpe, y tal Pascual. Y de ahí que si en España no se respeta la libertad de expresión, que si por primera vez hay un rapero en la cárcel - como si ser rapero te eximiera de cometer delitos y dar con tu esqueleto en prisión -, que si los manifestantes son esforzados antifascistas que se están dejando la piel en la lucha contra el fascismo - y la realidad es que estos zanguangos ven un fascista de verdad y se cagan en los pantalones porque no tienen ni puta idea de lo que es el fascismo ni intención de luchar contra él -, que si la policía es el perro sin bozal del régimen, en fin, toda la panoplia de frases hechas y lugares comunes del pensamiento estreñido. Claro, lo que pasa es que estos ninis consentidos que dicen ser "antifascitas" pero son más fascistas que la leche que mamó Mussolinni, a falta de argumentos, porque de eso no gastan, no les queda otra que recurrir a la violencia. En estas que el idiota de Pablo Echenique, al que le han dado un megáfono - recuerden que no hay nada más peligroso en este mundo que un idiota con un megáfono, pues aquí se junta el hambre con las ganas de comer - para que difunda sus mierdas, se ha marcado un Torra en toda regla, con aquel ya mítico: "Apreteu, apreteu, què feu bé d'apretar" dirigido a los CDR. Y, claro, su amado líder no podía ser menos y ahí que ha confluido, con lo que le gusta a esta gente confluir, dando salvajes alaridos de placer. Por eso, a la claque mediática podemita no le ha quedado más remedio que meterse en el jardín.

Lo curioso de todo este carajal es que, teniendo en cuenta que las personas que han decidido manifestarse contra la decisión judicial de entrullar al "rapero", al margen de estar profundamente equivocados o por lo menos totalmente desinformados, que esa es otra historia, lo han hecho pacíficamente. Entonces, estarán pensando ustedes ¿qué hostias ha pasao? pues que una vez acabadas las manifestaciones, los ninis sinsorgo y desideologizados cuya única función en nuestra sociedad es servir de contenedor a todas las excrecencias mentales que generamos van y a falta de argumentos para debatir y que los gimnasios están chapados, se divierten escuchando reguetón y tirando adoquines a la policía, no necesariamente por este orden. Tampoco los policías antidisturbios van muy sobrados de argumentos y tienen escasa voluntad de debatir nada por lo que usan las mismas técnicas discursivas que sus némesis, o sea se, la hostia sin más reflexión. Aquí, en el fondo, hay menos profundidad que en un charco en una cochiquera donde hozan felices los cerdicos pero esa no es la cuestión porque no es razonable esperar que un olmo nos de peras, la cuestión es que determinados representantes políticos se lancen en defensa de estos zopencos en cumplimiento de váyase usted a saber qué desnortada estrategia política. En el fondo de todo esto subyace una interpretación torticera de la libertad de expresión en la que se considera como tal a la expresión de opiniones compartidas y con las que se está de acuerdo pero no a la expresión y difiusión de ideas contrarias y con las que no se está de acuerdo. En síntesis, que es libertad de expresión cuando nos regalan los oídos pero atentado contra la sociedad - o lo que sea en lo que crea cada uno - cuando dicen cosas que no nos gustan. Lo que pasa es que esto es fascismo.

Lo diré una vez - una vez más - porque no creo que Goebbels tuviera razón, aunque los fans del amado líder tienen al responsable de la propaganda nazi en un pedestal: la libertad de expresión, para mí, es un derecho absoluto y no debe tener límites igual que en el campo no hay puertas. La libertad de expresión consiste en luchar porque ninguna idea, por repugnante que nos pueda parecer, vea limitada su difusión y que nadie, por ninguna razón, vea coartada su libertad de expresar sus ideas, aunque estas sean delirantes, antidemocráticas o simplemente no nos guste escucharlas. Considerar libertad de expresión sólo a la libertad de expresar las ideas con las que estamos de acuerdo no es libertad de expresión sino una gilipollez como la catedral de Burgos, grande y llena de muertos. Pero en ningún caso, bajo ninguna circunstancia, nunca jamás de los jamases, ningún derecho en democracia puede defenderse o conquistarse mediante la violencia; conquistar derechos mediante la violencia lo han hecho siempre los nazis, los fascistas, los falangistas y los soviéticos. Y no vale cuestionar la calidad de la democracia en España porque sucedan cosas con las que no estamos de acuerdo porque precisamente la fortaleza de la democracia, en España y en todas partes, es que sucedan cosas con las que no estamos de acuerdo y que nuestra sociedad siga su camino. E insisto, los derechos en democracia se defienden en las urnas y en las calles mediante manifestaciones pacíficas, huelgas pacíficas y urnas pacíficas. En democracia he dicho. Ergo, quien defiende lo contrario no es demócrata, es otra cosa, que ahí ya no me meteré, pero otra cosa, desde luego no demócrata y en consecuencia si no se es demócrata no se pinta nada en un Gobierno democrático.

Comentarios

Entradas populares