¡SE SIENTEN, COÑO!
Yo tenía 10 años cuando los tanques desfilaron por la
avenida del Cid de València, qué mejor lugar para el desfile de unos tanques
golpistas que esa calle y esa ciudad, causando el terror entre la población
civil de buena voluntad pero alborozo entre la morralla y el desecho de tienta,
que aventaba la segunda venida de Franco, esta vez en forma de episodio de The
Walking Dead, para salvar a esa España que habíamos sepultado en 1975.
Sorprendentemente para mí ese día lo viví con cierta felicidad porque no había colegio y ya
saben que los niños viven (vivíamos) en la contingencia, en una estructura
espacio-temporal etérea e inaprehensible, aunque no muy alegre porque no “echaban”
dibujitos en la tele sino horribles músicas de marchas militares y otras
zarandajas inútiles. En ese momento no fui consciente de lo que nos estábamos
jugando en el envite pero ahora sí, en ese instante la joven democracia
española que, pese al relato fantástico de una transición pacífica y aséptica,
costó sangre, sudor y lágrimas vio tambalearse sus tiernos cimientos. El
fantasma de la involución, del regreso a una dictadura que pretendíamos haber
dejado atrás, se materializó en forma de señor con bigote y tricornio, muy
enfadado, que empuñaba un arma en la sede de la soberanía nacional para
recordarnos que la democracia se ha de defender siempre palmo a palmo y diariamente.
La democracia, que para varias generaciones es “el estado natural de las cosas”
porque no han conocido otro sistema, ni siquiera en los libros de texto porque en
la educación obligatoria esto no se aborda (ni los libros tampoco), es un
accidente, una providencia del destino, algo que se mantiene “mientras cobre” y
además es muy frágil. La democracia estuvo en peligro el 23 de febrero de 1981
y lo está hoy, por las mismas razones y por los mismos enemigos, de hecho la
democracia siempre está en peligro, esto es algo que debería grabarse a fuego
en el frontispicio de cada casa, de cada edificio y de cada cuartel de la
Guardia Civil. Y hay que defenderla porque la democracia es lo que nos separa
de la arbitrariedad del totalitarismo, del de derechas y del de izquierdas, de los fusilamientos, de los juicios sumarísimos, de la ley de vagos y maleantes, del TOP (Tribunal de Orden Público), de
los campos de concentración, de la ausencia de derechos, de la falta de tutela
judicial efectiva, en definitiva, la democracia es la posibilidad de llevar una vida plena de
acuerdo a los principios propios y no de acuerdo a los principios de un
general. Por eso me irrita tanto que determinados autodenominados periodistas se tomen a chunga este acontecimiento de nuestra Historia reciente, perpetrando vodeviles bufos para solaz deleite de su audiencia, por lo demás aherrojada por la estulticia. La muchachada no ha entendido nada de esta frase, así que se la traduzco al "román paladino": que sois tontos de baba, que os meten el totalitarismo por el culo sin vaselina y no sólo no os quejáis sino que pedís más.
La democracia no es de izquierdas ni de derechas, es de todo
el mundo, de la ciudadanía, de las personas. En democracia cabemos todos, en la
dictadura hay 26 millones de hijos de puta que no cabemos y que pretenden
fusilarnos para evitar que ensuciemos su España; poca broma que esto ya lo
hicieron en 1936 y acabaron en 1975 porque se les traspasó el hijo de puta que
los acaudillaba, que si no aún estaban fusilando. Cuidadito con banalizar al
fascismo, a la ultraderecha y a los enemigos de la democracia, que hay muchos y
son peligrosos, porque el mayor error que podemos cometer en esta contienda,
porque esto es una guerra, es menospreciar y minusvalorar al enemigo. Si
bajamos la guardia volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar,
y colgarán otras cosas, nos colgarán. Por eso es conveniente no olvidar nuestra
Historia, borrando sus vestigios, porque ya saben que los pueblos que olvidan
su Historia están condenados a repetirla, y qué quieren que les diga, no me veo
con ánimos de repetir.

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