EL AMADO LÍDER ESTÁ DESNUDO

Con la edad la mayoría de las personas aprendemos que debemos convivir con nuestras contradicciones;  que por muy fuertes que sean los propios principios los traicionamos a diario; que por mucho que defendamos nuestra postura porque creemos que tenemos razón sabemos que no tenemos razón nunca; que la verdad no existe porque existen tantas verdades diferentes como personas hay en el mundo; y que nunca se puede decir: “de esta agua no beberé” o “este cura no es mi padre”.  Digo que “la mayoría” porque hay una minoría de personas que prolongan su adolescencia hasta que La Parca viene a buscarlos y durante toda su vida adulta creen en milagros, extraterrestres, fantasmas y hasta los reyes magos. Se llama, o la psicología así lo denomina, síndrome de Peter Pan. Hay determinados individuos que por sus circunstancias socio-económicas y sobre todo políticas, cursan el síndrome de Peter Pan con el síndrome de Hybris y entonces la cosa se complica. El síndrome de Hybris se ceba en nuestro contexto cultural con personas que tienen poder, sobre todo en los dirigentes de partidos políticos, porque se hacen rodear de abrazafarolas, culitiernos, soplagaitas y tiralevitas mientras expulsan a quien osa llevarles la contraria, de esta forma aparece un nuevo trastorno, derivado o asociado, que se llama el síndrome de “El Rey Desnudo”. Resulta si no imposible sí muy difícil ver a un individuo que sufra los tres síndromes a la vez pero en la época en que vivimos tenemos la inmensa suerte de disponer de un ejemplar vivo tan singular como para ello.

El amado líder está desnudo pero él cree que luce bellos ropajes de telas nobles, de delicados colores y exquisitas texturas porque la claque forma los árboles que tapan el bosque y son el dedo que señala a la Luna en el que se fija el tonto que sigue la linde aunque se haya acabado hace tiempo. Cautiva y desarmada la disidencia, han alcanzado los fans sus últimos objetivos ovinos. El partido es uno, grande y libre. Y eso que en el partido, cada fan en el suyo, prima el debate y la confrontación de ideas sin censura ni cortapisas, aunque es cierto que como los trapos sucios deben lavarse en casa no es bueno airear los intensos debates que nos ocupan y llevamos a cabo ahí, detrás de esas estacas en las que se pudren las cabezas de unas ratas traidoras. Porque si bien en el partido, el suyo y el mío, impera el amor, la camaradería, la solidaridad y el respeto mutuo, cuando llega algún soplagaitas con sus tontás de desahogao lo echamos al pilón y le damos lo suyo y lo de sus amigos. Y cuando aparece algún sapo traicionero, poniendo en cuestión la sagrada palabra del Amado Líder, entonces surge el instinto de autoprotección, de salvaguarda de las esencias que nos definen como partido porque por ahí no se puede pasar, entonces lo decapitamos, desmembramos su cuerpo, echamos sus despojos a los cerdos y clavamos su puta kabesa en una estaca como aviso a navegantes. Pero todo esto con el máximo respeto y todo nuestro amor, porque somos el partido de los cuidados, el cariño y los abrazos. Por supuesto toda la vida interna del partido está supervisada por el Amado Líder, cuya omnisciencia y rotunda oratoria iluminan con la intensa luz de la sabiduría que emana de la sacralidad de sus cohones toreros.  No es necesario que el Amado Líder sea un macho alfa de lomo plateado, puede ser también una Amada Lideresa, que en esto sí hay paridad y no  existe la brecha de género sino la brecha en sí pero en cabeza ajena, por lo que no hay problema en que se haga la voluntad de sus santos ovarios para arrancarle la lengua a la disidencia. Y así se va construyendo la alternativa, el cambio, mientras se prepara el advenimiento del o de la Mesías que traerá la buena nueva, la cornucopia y alguna droga alucinógena para tragarse todas estas patrañas sin rechistar so pena de perder la cabeza.

A estas alturas están ustedes pensando en un amado líder concreto pero pierdan toda esperanza quienes entran en este páramo intelectual, sirve cualquier vendehumos, incluido ése en el que están pensando. Un ejercicio que ayuda a sobrevivir al fanatismo ciego y a los buhoneros papanatas que venden el bálsamo de Fierabrás a los primos es escuchar - digo "escuchar", no oír como quien oye llover - los argumentos del "enemigo", sobre todo si ese enemigo es "uno de los nuestros". Ya sé que el más peligroso enemigo para un partido político o una iglesia es el hereje, quien niega el dogma desde dentro, quien no está de acuerdo con el mensaje sagrado del Amado Líder pero al mismo tiempo, y aunque parezca paradójico, es lo único que puede salvar a esa organización porque la uniformidad vacuna conduce al fascismo. No lo olviden la próxima vez que el Amado Líder les diga "la puñetera verdad" que les está tangando y lo saben.

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