LA CLAQUE MEDIÁTICA
Que el periodismo hispánico está bajo mínimos ya no cotiza ni en el mercado de futuros pero llegados a este punto sería necesario que los periodistas, sobre todo aquellos cuyo compromiso ideológico está abonado a la secta, partido político lo llaman, trataran de conservar si no la decencia sí al menos cierto decoro aunque sea el estrictamente necesario para no parecer un tuercebotas. Creo que no sería mucho pedir que cuando menos no dejen tan claro que son épsilons apesebrados a base de soma adulterado que les echan a diario y de oficio los esbirros del amado líder o la amada lideresa en el morral. Todo esto pudiera ser suficiente para que a alguien, una persona anónima, le diera por pensar que en este berenjenal circulan sobres llenos de papelitos de colores, Bárcenas style, que se entregan por determinadas sectas, partidos políticos se llaman, a determinados periodistas a cambio de que les dediquen estas bochornosas loanzas babeantes a sus lideres y lideresas. No mande Dios. Algún caso se ha podido conocer de algún escribidor juntaletras que estaba a sueldo y cobraba sus textos al peso, a tanto por palabra, y si quería el pagador más alabanzas de lo que el estómago del pagado podía soportar se podía hacer algo a cambio de que el sobre abultara más que de corriente. No sé por qué me viene a la memoria una entrevista, o más bien masaje, que un conocido periodista le dio a un conocido monarca campechano, hoy afincado en un país exótico y oriental, antes de que supiéramos de sus presuntas andanzas financieras por algunos paraísos fiscales en compañía de alguna pizpireta alemana entrañable. Todo presunto, por supuesto. Pues eso, que es triste y peripatético agachar la testuz para genuflexionarse acrobáticamente, como aquel mítico espectáculo contorsionista que nos regaló Josep Piqué, ministro de Aznar, cuando fue a saludar al amo Bush, o el que a su particular estilo le dedicó Luis de Guindos, también ministro del mazado expresidente de bigote ralo, a Christine Lagarde, por aquél entonces mandamás del FMI. Más triste es de robar y algunos parece que se enorgullecen pero no toca confundirnos con embelecos, que hay que estar a la faena y hablábamos de periodistas y no de ladrones o mangantes, que pertenecen a otro gremio.
La claque (o la clac, o incluso la clá) la inventó Nerón, un emperador romano del siglo I dC, que contrató a unos miles de abnegados y vitoreantes ciudadanos de la Urbs para que lo adularan al punto o vuelta y vuelta, cuando él lo mandase o considerara conveniente. Más adelante se conoció como “claqué” (sic) a lo que le hacía la Falange al dictador bajito de voz aflautada y bigote fino que gobernó España a título de Caudillo por la Gracia de Dios y por justo derecho de conquista. Y hoy deberíamos otorgarle esta categoría ex aequo a la caterva de plumíferos que a diestro y siniestro tienen apesebrados (a base de subvenciones que los mantienen en el candelero artificialmente y en algún caso apoltronados en medios de comunicación creados ad hoc) los politicastros de uno y otro signo, bajo unas u otras siglas. Hay periodistas que todavía no se han vendido pese a escorar a babor o a estribor, según los gustos de cada quién – como decía el nunca suficientemente llorado Jesús Gil: “el que quiere yegua, yegua; y el que quiere caballo, caballo” –, como Iñaki Gabilondo, y eso que su hermano es la adelfa sinsorgo que presenta el PSOE como candidato en Madrid para batallar contra IDA, pero no se puede generalizar desgraciadamente. En fin, vayan eligiendo periódico de cabecera y una muda limpia no sea que les pille el Armagedón y ya no haya remedio.

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