PRIMARIAS, EL DEDO DE DIOS.

En septiembre de 2003, Aznar puso su dedo sobre la frente marchita de M. Rajoy para designarlo como su sucesor y a continuación convocó un Congreso del PP a la búlgara para que los compromisarios ratificaran la elección de Aznar, como así fue, faltaría más. Por esos tiempos, la izquierda, que estaba repartida entre PSOE e IU, no escatimó en críticas negativas sobre este hecho, indicando que "el dedo de Dios" había elegido al nuevo profeta de la derecha. Tenían toda la razón, era así, "el dedo de Dios" había señalado a don Mariano para ocupar el trono del PP que dejaba vacante el Presidente mazado de bigote ralo. Hay que tener en cuenta que lo único que José María Aznar hizo rematadamente bien fue cumplir la palabra que empeñó cuando ganó sus primeras elecciones en 1996 cuando aseguró que sólo se mantendría en la Presidencia del Gobierno por dos legislaturas y por eso en 2004 salió de Moncloa y se fue al gimnasio. Sea como fuere, por aquellos tiempos el PP no creía en las primarias (ahora tampoco pero monta el paripé para no parecer anticuado) y el método digital era el estatutario para dar el relevo en el poder. Aznar siguió el procedimiento establecido para proponer al nuevo Presidente del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno por su partido, no incumplió ninguna norma ni transgredió ningún mandato, simplemente hizo lo que se esperaba y cumplió lo que prometió. A uno puede gustarle más o menos Aznar, a mí no me gusta nada dicho sea de paso, pero "al César lo que es del César" y en materia de cumplir lo prometido hay pocos políticos que le hagan sombra, sobre todo su sucesor, que se presentó a las elecciones de 2016 con un programa en el que prometía bajar los impuestos y el mismo día en que salió a dar una rueda de prensa para regodearse en su triunfo electoral dijo a los españoles, fundamentalmente a sus votantes, que no sólo no iba a bajar los impuestos sino que iba a subirlos. Con dos cojones.

El PSOE lleva haciendo primarias, al menos desde 1997 cuando Joaquín Almunia relevó a Felipe González al frente del partido pero el proceso no ha estado exento de problemas, como cuando en 1998 Josep Borrell le ganó las primarias a Joaquín Almunia y lo dimitieron para que siguiera Joaquín al mando; o cuando en el País Valenciano - o Comunidad Valenciana - se montó un pifostio de dimensiones considerables en 2010 con la candidatura del exministro Antoni Asunción en el que hubo firmas de avales anuladas y toda la pesca. El último episodio truculento con las primarias lo vivió el PSOE en 2017 con el triunfo contra todo pronóstico de Pedro Sánchez contra la reina en el Sur, Susana Díaz y todo el aparato del partido, que la apoyaba. El PP nunca tuvo primarias y el primer experimento lo hicieron en 2018 y les salió regulinchi porque plantearon un sistema a una presunta doble vuelta que en realidad era una sola y orientada a que el aparato del partido controlara todo el proceso, de hecho en la primera vuelta, cuando votó la militancia, la vencedora fue Soraya Sáenz de Santamaría pero esto se corrigió cuando votó el aparato y eligió al que tocaba, al sinsorgo de Pablo Casado; eso sí, aquí el dedo de M. Rajoy no pintó nada, igual que el propio Mariano. En IU siempre ha habido primarias y siempre ha habido líos, independientemente si había o no primarias, que no pare la fiesta. Podemos, que ocupa ahora el espacio de IU también tiene primarias y también tiene líos, no podía ser de otra manera porque el sistema que tienen para elegir a sus cargos orgánicos tiene muchas lagunas, la principal es que el recuento de los votos es interno y lo lleva Pablo Echenique, para qué vamos a seguir. En el verano de 2020, por fin Pablo Iglesias logró controlar todas las delegaciones autonómicas de su partido, tras doblegar a la rebelde Teresa Rivera en Andalucía, derrotada por cansancio y agotamiento, mediante en nada desdeñable método de avalar candidaturas en las primarias y contar con el impagable apoyo del inefable Echenique. Pues como esto ya estaría, el dedo de Dios ha vuelto a actuar, esta vez en Podemos, donde Pablo Iglesias ha elegido digitalmente a Yolanda Díaz como su sucesora, a la espera de si hay primarias a la búlgara o a la Echenique, que viene a ser lo mismo. Antes estaba Ciudadanos, que puso de moda las primarias sin anestesia hasta que se dieron cuenta de que las cosas no funcionan así y volvieron al redil, a la búlgara, como Aznar. Mención aparte merecen las primarias de Compromís, que como es una coalición primero los partidos que la componen celebran sus primarias por separado y luego, en función de la cuota que le toca a cada uno, se celebran primarias conjuntas en las que cada partido opta a los puestos que le tocan por acuerdo; todo ello abierto a la ciudadanía, sea de Compromís o no, previo pago de un eurico pa gastos de gestión. Y luego está la CUP, que elige a sus candidatos por cansancio, que es otro sistema, un poco aburrido pero efectivo. Salvo en el PP y en Podemos, el dedo de Dios no elige candidatos, líderes ni marca goles a Inglaterra en los partidos políticos pero anda zascandileando entre bambalinas, insidiosamente, a su bola pero en la sombra.

Al final, se diga o no, se explicite o no, las primarias son procesos teledirigidos o cuando menos los aparatos de los partidos políticos pretenden teledirigirlas a fin de que salgan elegidos por las bases los candidatos que ha elegido la dirección. Lo que pasa es que a veces la cosa no sale como se esperaba, la militancia vota mal, se monta un carajal tremendo y hay que tirar de chaira o de lupara, según la coyuntura, para desfacer el entuerto. No obstante, en algunos casos y por circunstancias determinadas, un partido político puede tirar por la calle de en medio cuando se trata de elegir a quien sucede al amado líder, cuestión esta que siempre plantea problemas y desestabiliza mucho. En esta tesitura, el partido funciona como una monarquía y el rey saliente decide quién será el entrante - ¡El rey ha muerto! ¡Viva el rey! - contando con la aquiescencia del aparato, siempre temeroso de la entropía y admirador de la homeostasis. Lo hizo Aznar, lo ha hecho Iglesias y no descarten que otros y otras copien el método, según vayan viendo. No se alarmen ni se irriten, agárrense que vienen curvas. Luego no dirán que nadie les advirtió.

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