PRIMARIAS, EL DEDO DE DIOS.
El
PSOE lleva haciendo primarias, al menos desde 1997 cuando Joaquín Almunia
relevó a Felipe González al frente del partido pero el proceso no ha estado
exento de problemas, como cuando en 1998 Josep Borrell le ganó las primarias a
Joaquín Almunia y lo dimitieron para que siguiera Joaquín al mando; o cuando en
el País Valenciano - o Comunidad Valenciana - se montó un pifostio de
dimensiones considerables en 2010 con la candidatura del exministro Antoni
Asunción en el que hubo firmas de avales anuladas y toda la pesca. El último
episodio truculento con las primarias lo vivió el PSOE en 2017 con el triunfo
contra todo pronóstico de Pedro Sánchez contra la reina en el Sur, Susana Díaz
y todo el aparato del partido, que la apoyaba. El PP nunca tuvo primarias y el
primer experimento lo hicieron en 2018 y les salió regulinchi porque plantearon
un sistema a una presunta doble vuelta que en realidad era una sola y orientada
a que el aparato del partido controlara todo el proceso, de hecho en la primera
vuelta, cuando votó la militancia, la vencedora fue Soraya Sáenz de Santamaría
pero esto se corrigió cuando votó el aparato y eligió al que tocaba, al
sinsorgo de Pablo Casado; eso sí, aquí el dedo de M. Rajoy no pintó nada, igual
que el propio Mariano. En IU siempre ha habido primarias y siempre ha habido
líos, independientemente si había o no primarias, que no pare la fiesta.
Podemos, que ocupa ahora el espacio de IU también tiene primarias y también
tiene líos, no podía ser de otra manera porque el sistema que tienen para
elegir a sus cargos orgánicos tiene muchas lagunas, la principal es que el
recuento de los votos es interno y lo lleva Pablo Echenique, para qué vamos a
seguir. En el verano de 2020, por fin Pablo Iglesias logró controlar todas las
delegaciones autonómicas de su partido, tras doblegar a la rebelde Teresa
Rivera en Andalucía, derrotada por cansancio y agotamiento, mediante en nada
desdeñable método de avalar candidaturas en las primarias y contar con el
impagable apoyo del inefable Echenique. Pues como esto ya estaría, el dedo de
Dios ha vuelto a actuar, esta vez en Podemos, donde Pablo Iglesias ha elegido
digitalmente a Yolanda Díaz como su sucesora, a la espera de si hay primarias a
la búlgara o a la Echenique, que viene a ser lo mismo. Antes estaba Ciudadanos, que puso de moda las primarias sin anestesia hasta que se dieron cuenta de que las cosas no funcionan así y volvieron al redil, a la búlgara, como Aznar. Mención aparte merecen
las primarias de Compromís, que como es una coalición primero los partidos que
la componen celebran sus primarias por separado y luego, en función de la cuota
que le toca a cada uno, se celebran primarias conjuntas en las que cada partido
opta a los puestos que le tocan por acuerdo; todo ello abierto a la ciudadanía,
sea de Compromís o no, previo pago de un eurico pa gastos de gestión. Y luego
está la CUP, que elige a sus candidatos por cansancio, que es otro sistema, un
poco aburrido pero efectivo. Salvo en el PP y en Podemos, el dedo de Dios no
elige candidatos, líderes ni marca goles a Inglaterra en los partidos políticos
pero anda zascandileando entre bambalinas, insidiosamente, a su bola pero en la
sombra.
Al
final, se diga o no, se explicite o no, las primarias son procesos
teledirigidos o cuando menos los aparatos de los partidos políticos pretenden
teledirigirlas a fin de que salgan elegidos por las bases los candidatos que ha
elegido la dirección. Lo que pasa es que a veces la cosa no sale como se
esperaba, la militancia vota mal, se monta un carajal tremendo y hay que tirar
de chaira o de lupara, según la coyuntura, para desfacer el entuerto. No
obstante, en algunos casos y por circunstancias determinadas, un partido
político puede tirar por la calle de en medio cuando se trata de elegir a quien
sucede al amado líder, cuestión esta que siempre plantea problemas y
desestabiliza mucho. En esta tesitura, el partido funciona como una monarquía y
el rey saliente decide quién será el entrante - ¡El rey ha muerto! ¡Viva el
rey! - contando con la aquiescencia del aparato, siempre temeroso de la
entropía y admirador de la homeostasis. Lo hizo Aznar, lo ha hecho Iglesias y
no descarten que otros y otras copien el método, según vayan viendo. No se
alarmen ni se irriten, agárrense que vienen curvas. Luego no dirán que nadie
les advirtió.

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