PUIGDEMONT EN EL MALETERO

Un año hacía que el dictador bajito de voz aflautada y bigote fino criaba malvas en Cuelgamuros cuando Santiago Carrillo, sempiterno Secretario General del PCE, cruzaba la frontera con Francia disfrazado de Inspector Gadget con peluca y todo. Don Santiago, igual que otros miles de españoles, era un exiliado político con todas las de la ley, y eso que El Régimen - que eso sí era un régimen y no el de la alcachofa - había echado toda la carne en el asador para apiolar en la tapia de un cementerio español al escurridizo gerifalte comunista que sospechaban había visitado España en más ocasiones de las que constan en los anales; hasta tal punto había llegado la paranoia del franquismo que habían detenido, encarcelado e interrogado - ya tú sabes - a un señor que se llamaba tal cual, Santiago Carrillo, pero que ni era comunista ni nada. Con el paso del tiempo y de los regímenes la figura del exiliado ha ido adquiriendo matices hasta tal punto que a día de hoy se puede considerar exiliado a un señor, Carles Puigdemont, que vive "a cuerpo de rey" en una mansión, como no podía ser de otra manera cedida por un rico empresario afín a la causa, ubicada - sita - en Waterloo, actual Bélgica. El ex President de la Generalitat de Catalunya - Espanya ens roba - llegó a su fastuosa mansión viajando acurrucado en posición fetal en el interior del maletero de un coche que salió con nocturnidad de Barcelona, dejando atrás al alerdao de Oriol Junqueras, hoy preso por idiota y por coherente, si no es una redundancia. ¡Ah! Y para darle un toque divertido, el propio Carles publicó en las redes sociales una foto en la que aseguraba estar paseando por el patio de la Generalitat, con un solazo de justicia iluminando su momento de gloria pese a que el día había salido nublado, mientras veía salir el astro rey en flamenco, pero no el cante sino el idioma.

Bélgica es un país peculiar que tiene tres idiomas oficiales, el francés, el alemán y el holandés (no es un chiste) y un conflicto nacionalista entre flamencos y valones, que es como el carajal entre capuletos y montescos pero en bilingüe, pero también tiene un sistema judicial que es la risión de Europa. En el país de Tin-tin - que allí se pronuncia "tan-tan" y si les dicen ustedes que quieren un cómic de "tin-tin" les van a mirar mal - le han dado cobijo al catalán errante y sus amigos chipirifláuticos, rehusando cumplir una euro-orden en base a la sentencia de un juez afincado en una aldea que rige su juzgado como un señor feudal. Es verdad que el texto que acompañaba la euro-orden era un exponente de la internacionalmente conocida "chapuza hispánica", perpetrada por un juez de tanta enjundia como el colega belga que le dio mantita al señor del gato en la cabeza, pero mandar a espigolar una euro-orden sólo está al alcance de un juez belga, nacional de un país que no tiene pies ni cabeza y que se alimenta de mejillones con patatas fritas - se lo juro, comen esa mierda - porque en cualquier país medianamente civilizado las euro-órdenes se cumplen y ejecutan diligentemente, y punto pelota, mayormente porque para eso se crearon. Total, que visto el éxito de su chapuza, que nadie dudaba que iba a alcanzar, el juez Llarena, que así se llama el andoba, se metió su euro-orden por donde la espalda pierde su santo nombre y el gerundense con pelazo se ha dedicado a zascandilear por Europa, luciendo melena y retraso. Tan entusiasmado estaba correteando por el prado "waterlooense" como un cervatillo que Puigdemont no se ha dado cuenta de cómo se la han metido doblada los pérfidos españoles hasta que se ha visto en plena votación del suplicatorio ante el Parlamento Europeo y claro ha reaccionado tarde. Como estaba previsto, pese al empeño de los eurodiputados nacionalistas y los delegados de Pablo Iglesias, el Parlamento Europeo ha concedido el suplicatorio y en España están los togados cañí bailando la conga, brindando con cava y plantando la pica en la que quieren clavar la cabeza de Puigdemont con pelazo y todo. Se van a pillar una buena torrija porque esto va para rato, aviso. Carles y sus abogados, muy aficionados a las palomitas y a los negocios turbios, ya han puesto en marcha los recursos que proceden, atendiendo a lo que estipula el patatal legislativo del país del rey de los belgas, probablemente con la intención de retrasar lo inevitable cuanto sea posible. Es evidente que Puigdemont sabe, como sabía hace cuarenta años el ya difunto y poco llorado Santiago Carrillo, que si pisa suelo español engrilletado le va a caer "la del pulpo" y ya veremos si cuando vuelve a ver el sol de Barcelona necesita un gayato para pasear por el parque y echarle pan a las palomas. Por eso, supongo yo, habrá activado ya el "plan b".

Ya me imagino, porque tengo este defecto - entre otros muchos que me adornan -, el de imaginarme las cosas antes de que pasen y con todo lujo de detalles, al bueno de Carles sacando una foto en su mansión de waterloo y colgándola en Instagram desde Calais, antes de coger el ferry a Dover. Seguro que cruza el Canal de La Mancha - en realidad se llama en inglés "The English Channel" y en francés "La Manche", que traducido sería algo así como "La Manga", pero los españoles somos así, también llamamos Brujas a la ciudad belga de Brugge, que significa "puentes" en neerlandés - acurrudado en posición fetal dentro del maletero de un coche aparcado dentro del ferry. Al final va a crear tendencia y alguna avispada agencia de viajes le robará la idea y promocionará el turismo de maletero; al tiempo. Mientras tanto, pintan bastos para los "catalanes por el mundo", mal sea que no terminen pidiendo asilo en México, como en los viejos tiempos. Veremos si llegan en patera, como llegamos los españoles en 1939 o cruzan Río Grande escondidos en el maletero de un coche. 

 

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