LOS HEREJES DE LA IZQUIERDA
Las últimas encuestas demoscópicas, y hay que tener en
cuenta el grado de credibilidad que se han ganado a pulso a la hora de
establecer corolarios, anuncian un vuelco del electorado español hacia la
derecha. Se puede discutir mucho sobre quién, cómo, por qué y sobre todo para
quién se hacen las encuestas sobre intención de voto, y también se puede
discutir mucho sobre la disparidad de pronósticos sobre el futuro que arrojan,
pero no se puede discutir que la basculación del voto a estribor es un hecho
que subyace a todas. Los tertulianos, que son un depredador natural de los
intelectuales y ha conseguido extinguirlos, busca ahora alimento en las
personas sin pedigrí. Están empeñados en señalar con su dedo acusador temblando
de emoción a los herejes de la izquierda que hemos tenido la incalificable
osadía de reclamar a los partidos de izquierdas que abandonen las veleidades
identitarias que los están consumiendo para abordar las grandes cuestiones que
desde siempre han preocupado a la izquierda. Para estos exégetas de un Marx y
un marxismo reinterpretados a beneficio de inventario de la cadena de
televisión que vende el show, resulta herético señalar que la izquierda ha
hecho mutis por el foro en lo que se refiere a la vieja aspiración de mejorar
las condiciones materiales de existencia de la clase obrera para abrazar causas
sectoriales y en muchos casos, se pongan como se pongan los afectados, de
etiología burguesa. Es cierto que hasta el momento, estas cuestiones digamos
periféricas habían producido rédito electoral a unos partidos de izquierdas que
se habían quedado sin proyecto ante un capitalismo triunfante que garantizaba
el progreso y el desarrollo; y que en la actual tesitura, en la que hemos
encadenado por ahora tres crisis económicas profundas desde 2008, les está
costando mucho cambiar el rumbo y volver a las esencias. Pero tildarnos de “rojipardos”
o “criptofalangistas” a quienes reclamamos precisamente que la izquierda asuma
los grandes temas que definen y justifican su existencia es cuando menos una
boutade propia de cínicos irredentos o de tontos de capirote, que se han
quedado ensimismados mirando el dedo que señala a la Luna. Que conste que yo a
los tontos de baba que no aciertan a ver el bosque detrás de los árboles no
tengo nada que reprocharles, bastante tienen con lo suyo como para que llegue
un indocumentado como yo a ponerlos en solfa, pero oiga, a la patulea de
apesebrados, abrazafarolas, tiralevitas y culitiernos a sueldo del poder
mediático sí hay muchas cosas que reprocharles porque lo hacen adrede. La
cuestión no sería tanto el qué hacen sino el por qué lo hacen y mucho me temo
que son como aquellos sujetos que militaban en mi época en los grupúsculos más
radicales y violentos de la extrema izquierda pero que inexplicablemente –
bueno, bien se podía explicar – salían indemnes de cargas policiales, redadas y
de la comisaría sin un rasguño. Se llamaban “quintacolumnistas” entonces, ahora
podríamos llamarlos simplemente “estómagos agradecidos”.
No quisiera pecar de grosería, si es que eso es un pecado
porque la religión que me enseñaron se parece a la actual como un huevo a una
castaña y encima soy un jodido apóstata condenado al fuego eterno del Infierno,
pero me temo que siendo malos los tertulianos no son los peores. Los peores,
amigos míos, sois vosotros, somos nosotros, la gente, el populacho, la masa
amorfa y anómica que, como las mareas, se mece al son que toca un satélite. Nos
estamos dejando arrastrar por los profetas de La Verdad - así con mayúsculas -, cabalgando a lomos
del desierto hacia las cavernas (esto es de una canción de Enrique Bunbury) y
además criminalizando a quien avisa de que la cabalgata es un desatino. Nos arrullan con cantos de
sirena y nos entretienen con embelecos mientras van comiéndonos el terreno al
merme. La izquierda está perdida, lo va a estar durante décadas y como siempre
perderemos el tiempo buscando culpables en vez de invertirlo en encontrar
soluciones. Como dicen en mi pueblo: “nos mean en la cara, dicen que llueve y
abrimos la boca”.

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