LA PENDIENTE HACIA EL FASCISMO
Los mismos idiotas que a principios de 2020 aseguraron que era más probable morir atropellado porque la mascarilla tapara los ojos que de la Covid-19, ahora quieren ponerle un brazalete con una estrella a los negacionistas de la pandemia mientras aplaude entusiásticamente la bancada de babor. Emmanuel Macron, el 25 presidente de la República de Francia y Copríncipe de Andorra - si hubierais leído algo os estaríais deshuevando vivos -, ha decidido consagrar al anatema a los gabachos miguelboselianos y aquí la izquierda cumbayá está babeando. Si estos chachiprogres de salón de té vivieran en la Alemania de los años 30 del siglo pasado llevarían uniformes pardos y estarían rompiendo los escaparates de las tiendas de los judíos. La síntesis fascista es atractiva para un sector de la sociedad, cada vez más numeroso por el destrozo causado por las magníficas leyes educativas con las que los sucesivos gobiernos del turno nos han obsequiado, cautivado por los mensajes sencillos, las órdenes básicas, por el "sit-plas-roll". Si el sistema educativo formara ciudadanía crítica y no épsilons adocenados que se apesebran a base de soma adulterado para constituir la masa de siervos de la gleba con la que se alimenta el capitalismo otro gallo nos cantaría y el fascismo no tendría espacio. Pero en el erial intelectual que ha dejado el currículum educativo español hay espacio más que de sobra para que no sólo crezca el fascismo sino para que lo invada todo como la grama. Mira si la cosa tiene bemoles que hasta quienes hace dos días ponían a parir al populacho infecto, y con toda la razón del mundo, por jalear las condenas a algunos humoristas y cómicos que habían transgredido los "límites del humor" - y que quede claro que yo defiendo que el humor no debe tener límites, se pongan como se pongan -, ahora se apuntan voluntarios para marcar a los negacionistas como si fueran ganado. "Venceréis pero no convenceréis", dicen que dijo en octubre de 1936 don Miguel de Unamuno al fascista de Millan-Astray en la Universidad de Salamanca, se equivocó el sabio vasco, los fascistas vencieron en 1939 y han convencido en 2021 hasta al Tato. A este desastre también ha contribuido con su granito de arena, que más bien ha sido un volquete - métanse el chistecito por el recto -, la ley de la memoria histórica, más empeñada en borrar la historia con una damnatio memoriae general que en explicar la movida de la guerra civil del 36-39 y la dictadura franquista de manera rigurosa y alejada de clichés ideológicos y reinterpretaciones a beneficio de inventario.
Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Nuestro pueblo tiene mucha historia y buena parte de ella no estaría del todo mal volver a vivirla pero el problema es que nos empeñamos en repetir la parte peor. No me parece buena idea volver al franquismo y ya no te digo a la guerra civil de 1936-39. Y, una cosica, quienes añoran la dictadura del general bajito de voz aflautada y bigote fino no son nostálgicos, son fascistas, llamemos a las cosas por su nombre. No alimentemos a la bestia y sobre todo no la soltemos porque luego ya no hay manera de devolverla a la jaula, y nos va a joder a mordiscos. No apoyemos leyes fascistas, no pongamos brazaletes a los negacionistas, intentemos convencer para vencer. Recordad a don Miguel de Unamuno. Avisados estáis. Tened cuidado, mantes.

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