NO COMÁIS CARNE
Es vox populi - por favor, no me metáis en vuestras movidas - que cuando un Gobierno, un partido político o un cargo electivo mete la pata hasta el corvejón, la culpa es siempre de la comunicación: que si no se ha sabido comunicar, que si lo comunicado no ha sabido entenderse, que si patatín, que si patatán. También sabemos que los distintos gobiernos a todos los niveles suelen lanzar "globos sonda" a modo de declaraciones casuales, generalmente desvinculadas de la institución y relacionadas casi exclusivamente con la persona que los divulga, a ver por dónde respira el personal ante una propuesta que saben que puede generar polémica. Y de todo el mundo es conocido que los poderes políticos no dudan en utilizar "cortinas de humo", centrando la atención del populacho en un asunto controvertido pero marginal mientras van haciendo marcha con sus cosas de manera subrepticia, sin armar escándalo, y sin que nos demos cuenta. Sorprendentemente (nótese la ironía), las declaraciones del ciudadano Garzón no encajan bien en ninguna de estas categorías, aunque podría meterse con calzador en un mix que las englobase a todas en una categoría única. En donde sí encajan muy bien es en el enorme hueco que ha dejado la repentina pero esperada marcha del amado líder, Pablo Iglesias, en lo que se refiere a la comunicación política. Unidas Podemos en particular pero también la política española en general se ha quedado huérfana de un referente comunicativo porque Iglesias será lo que sea y se le podrá acusar de muchas cosas pero nadie podrá negar que es un maestro de la comunicación. Tal vez, como en el pecado se lleva la penitencia, ha sido precisamente este buscar la atención de los focos mediáticos lo que ha condenado al líder de la pandi complutense pero entre tanto nos ha dejado un manual de comunicación en política que es un tesoro. La lástima para Unidas Podemos es que ninguno de los herederos de Iglesias se ha leído su manual y el exprofesor de Políticas tampoco ha escrito ningún libro de memorias, que ya está tardando, por lo que la cosa pinta peluda para la muchachada de los circulitos. Desde luego, el enterrador de IU no está a la altura, nunca lo ha estado en realidad, y ahora mismo el partido morado está más partido que unido. En todo caso, la torpeza comunicativa del ciudadano Garzón ha sido proverbial para convertir en sintomatología de la ruina que es UP un mensaje que más que banal es absolutamente perogrullesco. Nunca, que yo recuerde, una nimiedad insustancial como es la recomendación de la OMS de consumir menos carnes rojas tanto para mejorar los estándares de salud como para ayudar a reducir las emisiones contaminantes que degradan el medio ambiente se ha convertido en un factor disruptivo tan eficaz. Tal vez es que al ciudadano Garzón le ha sabido a poco destruir IU y se ha lanzado con fuerza a destruir de paso a Unidas Podemos, como el caballo de Atila, que en esto de despeñar partidos políticos sólo el inefable Toni Cantó le saca ventaja y Alberto está empeñado en reducirla.
Si Jesucristo dijo que iba a edificar su Iglesia sobre una piedra llamada Pedro, el ciudadano Garzón le ha dicho a Iglesias que va a hacer gravilla la edificación que había erigido el ex líder coletudo, luego moñudo y ahora con el pelo cortado a navaja. Tampoco es que vaya a herniarse, Garzón, de hundir la construcción de Iglesias porque ya era bastante endeble de por sí, pero resulta que habían pactado reforzar el edificio y no derruirlo. No seré yo quien les llore pero sí quien diga que nunca unas palabras, una idea mal formulada y con menos oportunidad, había hecho tanto daño a un partido político. Al final los dirigentes morados que no puedan buscarse las lentejas fuera de la política tendrán que echar el currículum en la secta errejonil, a ver si les perdonan la disidencia y sacan un sillón en alguna institución porque por lo que se ve y sobre todo se oye en sus discursos están en plan "para lo que me queda en el convento, me cago dentro". Sea como fuere, haced caso al ciudadano Garzón y no comáis mucha carne, que nos hundimos como ellos, ellas y elles.
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