CON TODO EL MORRO (2)

Una vez Errejón ha ajustado cuentas con su ex amigo, Pablo, y ha puesto en su sitio a su ex partido, Podemos, se dedica a esbozar su proyecto político sin permitirse dejar pasar la oportunidad para segarle la hierba bajo los pies a la camarilla complutense. Estoy seguro de que el esfuerzo intelectual que ha tenido que desarrollar para exponer su tesis debe de haberle dejado exhausta la neurona que le quedaba sana pero aun así la cosa pinta regulinchi. Definir como "funambulismo ideológico" lo que explica Íñigo Errejón en su libro, "Con Todo", para que no parezca que el texto lo ha escrito Pablo Iglesias, pero el que no llevaba coleta, es quedarse muy corto. Y que conste que si esto mismo lo hacemos usted y yo, que no somos doctores en ciencias políticas ni tenemos pajolera idea de lo que estamos hablando, tendría un pase porque de los idiotas no se puede esperar otra cosa, pero viniendo de quien viene esto es muy significativo. Errejón no puede alegar desconocimiento ni siquiera apuntar la idea de que puede haberse confundido en su afán por desligarse de los clichés, de los estereotipos y de las etiquetas ideológicas, por lo que cabe atribuirle intencionalidad a lo que despliega en su "Mein Kampf" particular. En este viaje que ha emprendido uno de los fundadores de Podemos hacia un lugar harto conocido por todos, incluso por él, conduce o al desastre o a la gloria que Podemos no pudo. Íñigo Errejón será muchas cosas y se le podrá acusar de otras tantas, seguramente con razón en la mayoría de los casos, pero desde luego no se le puede tildar de tonto o de loco, tiene las ideas muy claras y sabe hacia dónde se dirige. Para mí esa es la cuestión principal porque no estamos hablando de un iluminado medio zumbao que aparece para vendernos crecepelos sino que nos encontramos ante un líder sólido, intelectualmente solvente y con capacidad más que de sobra para ponerlo todo patas arriba.

Un posicionamiento político que trasciende del eje izquierda-derecha, que persigue representar un amplio abanico de sensibilidades que van desde el liberalismo progresista hasta el marxismo, que no desdeña hablar de la patria, de la nación y asume la simbología del Estado que establece la constitución y el ordenamiento jurídico vigente, y que asume sin rubor la transversalidad como una estrategia política no solo valida sino legítima una forma de entender y de hacer la política que nos resulta a muchos muy familiar. Nietzsche ya nos advirtió de que si miras al abismo fijamente éste te devuelve la mirada. La izquierda cool, performativa e identitaria denomina a este espacio ideológico, el de la izquierda que busca el voto de la clase obrera, pasándose las esencias por el arco del triunfo, como "rojipardismo", "fusarismo" o "sorelianismo", miren ustedes por las redes qué significan estos términos pero en general apuntan a que se trata de una especie de reedición del "hedillismo", o dicho de otra manera, del fascismo de izquierdas. En realidad este es un mecanismo psicológico de autodefensa que se denomina "atribución exerna", mediante el cual todo lo malo que pasa es culpa de un elemento externo y nunca de un error propio. Por eso la izquierda chachiguaypirulidelamuerte obvia la realidad, más que evidente, de que la causa por la que ha perdido gran parte del voto de los trabajadores se deriva de la desconexión que opera entre esta izquierda "laclausiana", "gramsciana" si quieren decirlo así, y la clase a la que dicen representar en vanguardia, o sea a la clase obrera. Es evidente que todavía escuece el sorpassus interruptus que agostó los predios complutenses y que anunciaba La Sexta a bombo y platillo en 2016. La patada a seguir que ha tirado Errejón recorre un terreno muy transitado al menos desde 1879 pero como dice el poeta: "todo pasa y nada queda pero lo nuestro es pasar". Lo pueden llamar como les de la real gana pero la cuestión es que Errejón, que de tonto no tiene un pelo, ha visto que por ahí hay hueco porque el PSOE ha ido echando lastre y a fuer de parecerle amable a los poderosos se le han caído la S y la O de las siglas. Errejón asume con naturalidad que es populista y trata de revestir el término con papel de celofán, a ver si no nos damos cuenta y dejamos pasar la analogía con el peronismo y otros "ismos" latinoamericanos de similar enjundia ideológica, y ya de paso, para hacerlo más tragable y que no rasque al deglutirlo, mete con calzador una especie de ecologismo social al estilo de los partidos verdes europeos pese a reconocer que su conversión a esta ideología es reciente y que su caída del caballo tiene que ver con la influencia familiar. La clave, que por cierto la da el mismo Íñigo Errejón en su libro, es que él es o se define como "anarquista" pero suavecito, que me estás matando, por lo que se califica de "libertario" a ver si así. Como lo cortés no quita lo valiente, el inefable Errejón va metiendo cuña al nonato proyecto transversal y sin personalismos - me da la risa - de Yolanda Díaz a ver si pilla cacho y ya de paso le da otro palo a sus ex compañeros.

Un buen amigo dice que "lo importante no es cómo se defina un partido político sino cómo lo percibe la gente". Errejón ha conseguido que el electorado no lo sitúe en el mismo espacio que a Podemos sino que lo ubique en el mismo espacio que el PSOE. En las últimas elecciones autonómicas en Madrid el partido de Errejón sorpasó al PSOE y aunque extrapolar es arriesgado lo cierto es que Más Madrid/País ha abierto el melón y no va a cerrarlo ahora. No obstante, el partido de Errejón no existe fuera de la capital y ahí es donde jugará su papel Yolanda Díaz si la chupipandi complutense lo permite. Las encuestas le salen a pagar a los morados y ya se sabe que: "cuando la necesidad aprieta ni el culo de los muertos se respeta" por lo que no descarten confluencias performativas chachilerendi. 

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