SÁNCHEZ LO HA VUELTO A HACER

Que a estas alturas de la película haya partidos políticos, sobre todo sus dirigentes, que sigan confiando en que el PSOE va a cumplir los pactos firmados da la medida exacta de la calidad de nuestra casta política patria. El PSOE, como la Iglesia Católica, no ha sobrevivido casi siglo y medio a base de dar de comer a sus adversarios políticos sino justo lo contrario, a base de darles matarile, y que haya que explicar esto es decepcionante. En el caso de la reforma laboral que Yolanda Díaz, la esperanza blanca de la izquierda cumbayá, eleva a categoría de hito histórico, alegando toda una retahíla de ensoñaciones esquizofrénicas que sólo existen en su imaginación, estamos hablando de un triunfo sin paliativos de Pedro Sánchez, otro más. El hecho es que quienes dábamos por amortizado políticamente al chulapo tras su defenestración en el "Octubre horribilis" socialista íbamos más perdidos que Alberto Garzón en su ministerio de corta y pega. No es que Sánchez tenga una flor en el culo, o un vivero - según se mire -, sino que como dice Arturo Pérez-Reverte: "es el único político interesante que hay en España. Es el político perfecto en el sentido renacentista de la palabra, no tiene escrúpulos (...) a Pablo Iglesias lo toreó por los pitones y después le robó la cartera, ahora se la va a robar a Errejón (...) Los demás son unos mediocres, unos moñas, y éste se los torea a todos".  La siguiente víctima del guapo ha sido Yolanda Díaz, que se ha autoinmolado a la piedra con una "reforchifla" laboral de chichinabo, pasándose por el arco del triunfo el acuerdo firmado, negro sobre blanco, en el que los dos partidos del Gobierno de Coalición Más Progresista de La Historia (sic) se habían comprometido a DEROGAR la reforma laboral del PP de 2012, hecho del que los fanboys morados habían alardeado por "doblarle el brazo" al PSOE de la casta y tal, Pascual. La buena de Yolanda, tal vez sin saberlo - en realidad espero que sea así porque si encima es a sabiendas ya me bajo en la próxima -, se ha ciscado en las sabias y proféticas palabras del Amado Líder de la chupipandi complutense cuando dejó escrito para los anales de la Historia que: "pacta sunt servanda", es decir, que "los pactos se han de cumplir". Pedro Sánchez se está partiendo el pecho en Moncloa frente a la coleta de Pablo Iglesias que tiene colgada en la pared de la misma manera que Abascal tiene la cabeza de un toro, a modo de trofeo.

A nadie se le escapa, y mucho menos a la claque monclovita, que Yolanda Díaz se había convertido en un problema a medio y largo plazo para el PSOE en su defensa de lo que el inefable Íñigo Errejón define en términos laclausianos como "la pelea por la hegemonía". Los "tracks" demoscópicos que manejaban en Ferraz daban pánico porque la gallega iba en cabeza por más de dos cuerpos y todavía no tenía ni partido, ni programa, ni proyecto político, por lo que los fontaneros del PSOE se veían venir la hostia electoral en Technicolor y Dolby Surround. Había que darle el finiquito a Díaz antes de que se materializara la catástrofe y hubiera que buscar acomodo a los épsilons que el PSOE tiene apesebrados a base de soma adulterado; esto también se lo dijo Errejón a su hueste cuando vio venir el meteorito. Había dos posibilidades, a saber: el plan A, convocar elecciones anticipadas en 2022, una vez aprobados los PGE, para lo que la pandemia debería haber remitido y la economía española remontado el bache, pero esto lo ha fastidiado todo la maldita variante ómicron, y por esto se largó Iván Redondo a ver otros predios de pastos más verdes; y el plan B, descafeinarle tanto la medida estrella que iba a catapultarle a lo más alto del pódium, la derogación de la reforma laboral, que "no la conociera ni la madre que la parió" (Alfonso Guerra, dixit) para lo que el estratega monclovita introdujo una quintacolumnista de fuste y calibre: Nadia Calviño, que también es gallega. El resultado final es el ejemplo de estrategia ganadora perfecta porque el proyecto fallido de reforma laboral no es que sea decepcionante es que directamente lo deja todo casi como estaba salvo algunos retoquitos estéticos y aquí la Vicepresidenta Primera ha dejado "la tostá" a la Vicepresidenta Segunda, para que ésta se tenga que batir el cobre con la hemeroteca, que en este caso es demoledora. Todavía resuenan las palabras del encendido discurso que pronunció Díaz en el cónclave de CCOO, afirmando que: "Vamos a derogar la reforma laboral a pesar de todas las resistencias", arrancando al respetable una ovación con petición de las dos orejas, el rabo y la vuelta al ruedo. Hay algún periodista mediático, honrador compulsivo de la teoría marxista, que ha poco se vanagloriaba de las indudables ventajas que tenía para la clase obrera el que la Vicepresidenta Segunda del Gobierno y ministra de trabajo fuese comunista de pata negra y ocho apellidos, al que le debe de haber estallado la cabeza. De hecho anda penando su penitencia por las redes sociales, tratando de explicar que "Emosido Engañado" por la taimada gallega, que no tardará en calificar de "rojiparda", "fusarista" o "soreliana", que de comunista tiene lo que yo de monje trapense. Es cierto que la fanzone morada no ceja en su entusiasmo porque le da lo mismo ocho que ochenta y si hay que defender lo uno y su contrario, pretendiendo tener razón en ambos casos, pues se hace y punto: disciplina estalinista, se llama esto. Pero a Yolanda Díaz le ha dado la estocada definitiva Pedro Sánchez, a la espera de aplicarle el rejón - o el Errejón - de muerte piadosa - en las próximas elecciones, que serán en 2022 casi con toda seguridad -, tras la faena que le ha dado por ambos pitones, como aseguró el cipotudo escritor antes citado, el diestro - nunca mejor dicho - monclovita. Hay que entender que el PSOE no tiene más de 120 años por casualidad sino a fuerza de merendarse a todos los que de una u otra forma podían hacerle sombra. A Yolanda Díaz se la han ventilado rápido y el mismo destino le espera a la próxima esperanza blanca de la izquierda performativa laclausiana; o eso, o ya se sabe que toca enrocarse en los cuarteles de invierno a esperar que pase el temporal y luego encomendarse a los "pitufos gruñones" que no quieren ganar elecciones sino ir al merme, de a poco, a ver si rascan algo más del 10% en algunas elecciones generales.

Yolanda Díaz a lo mejor se ha dado cuenta o tal vez no, no lo sé, porque será muchas cosas pero idiota no, pero en todo caso debe de ser consciente de que está cavando su propia tumba política y no puede hacer nada para evitarlo por lo que su única salida es la patada a seguir y a ver si la memoria de pez del electorado le salva de la caída. Sánchez ha despejado el camino a su siguiente legislatura de la misma manera que fue segándole la hierba bajo sus pies a la otra Díaz, la andaluza, mientras ésta zascandileaba feliz por los verdes prados de la gerontocracia socialista ajena a lo que se le venía encima. segura de su victoria por aclamación, y al final se llevó la hostia de su vida. A la Díaz del sur se la comió con papas arrugás mientras conducía su Peugeot 407, imagínense lo que puede hacerle a la Díaz del norte ahora que tiene chófer para su vehículo oficial, piloto de helicóptero para sus desplazamientos y un mandao en el CIS. Es un aviso a navegantes, quien se suba al barco que zozobra se hundirá con él. Que luego nadie se lleve las manos a la cabeza cuando acabe ahogándose en un pecio porque nadie avisó del naufragio.

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