MACROGRANJAS POLÍTICAS

Cuando uno, o sea se yo, se decide a abrir un blog para hablar de política tiene claro que pueden suceder dos cosas: una, que en el mejor de los casos no te lea ni el Tato; y otra, que te lea mucha gente y te lluevan hostias como panes a diestro y siniestro. Yo he tenido mucha suerte porque el reducidísimo grupo de lectores que tengo guardan un respetuoso silencio, tal vez cómplice porque comparten mis opiniones o tal vez piadoso para evitar no hacer sangre, no sé cuál es la acertada aunque creo que la b). Quienes no han tenido tanta suerte se enfrentan a las hordas enloquecidas de fans, que sin mayor prevención se lanzan a morder rabiosamente a cuenta de las imperdonables afrentas que dejan escritas para criticar a sus amados líderes, amadas lideresas y amades lidereses. El fenómeno fan debería ser objeto de la mayoría de las tesis doctorales y tema de debate entre contertulios televisivos pero por alguna razón que a mí se me escapa este tema queda un poco en segundo plano. Un amigo dice que ser fan es como una enfermedad y para avanzar en la curación es condición sine qua non ser consciente de padecerla y ahí es donde topamos con la Iglesia. Total, que a cuenta de las declaraciones del ministro de consumo, don Alberto Garzón, sobre "las macrogranjas" - y aquí hay que hacer una paradinha para explicar que no existe una definición del concepto -, tema sobre el que no tengo ni idea y sobre el que no puedo aportar nada de nada, lo que ha quedado claro es de qué lado está cada uno, o dicho de otra manera, en qué fanzone se sitúa el hooligan. Y, paralelamente - o para lelamente -, como ha ocurrido con otros temas fundamentales, como la vulcanología, la epidemiología, la virología o astronomía, por poner algunos ejemplos actuales, han surgido rebaños de "expertos" que han vertido sesudas opiniones sobre el asunto de la cría de ganado estabulado. Lo que más sorprende de estos "expertos" es que la mayoría, por no decir todos, no ha pisado un corral de gallinas en su vida y lo más cerca que ha estado de los cerdos es la carnicería del supermercado más cercano a su casa; de hecho no tenían ni pajolera idea de que estos animales se criaban en granjas, pensaban que las granjas son casas de madera en mitad de un secarral donde se cultiva maíz y de vez en cuando salen espantapájaros asesinos.

Mi amigo, Juan, me ha manifestado su hartazgo respecto a que la política española esté si no determinada sí al menos guiada por la mentira. Mentir es pecado, aunque no es uno de los pecados capitales y puede revestir diversos grados de gravedad, pero es pecado al fin y al cabo, por eso nos escandaliza. No sé de qué se sorprende. Los políticos razonan en base a un axioma fundamental, los votos, fuera de esta consideración no hay nada y dentro lo está todo. Todo vale con tal de que fulanito y menganito elijan la papeleta con el logo de su partido en la que está su nombre, y cuando digo todo quiero decir todo, sin excepción. Por eso mienten a sabiendas de que están mintiendo, con la seguridad de que su ejército de fans va a asumir que de sus palabras sólo se desprende la verdad. Por ejemplo, los fans de Garzón han leído la entrevista que concedió a The Guardian, que es un periódico británico, aunque no tienen ni pajolera idea de inglés, ni falta que les hace. Luego se han tragado la supuesta transcripción de la entrevista, que dice el ministro que fue en castellano, sin poner ni un pero porque todo lo que dice Garzón es la verdad y punto pelota. Por el lado de estribor, la fanzone derechista anda escandalizada con unas declaraciones que no hizo el ministro y con unas afirmaciones contra el sector de la ganadería española que no están en la entrevista, pero eso da lo mismo porque no hace falta ni leer la entrevista, basta con que sus amados líderes les hayan dicho lo que dijo el ministro. Y mientras las fanzones se entretienen en a ver quién la tiene más gorda se han perdido el resto de la entrevista y ahí es donde está el meollo de la cuestión porque es donde queda en evidencia que el ministro de consumo es un bacín, más tonto que una gallina ponedora. Por poner un ejemplo: el ministro se refirió en la entrevista al medio británico a las "macrogranjas" de ganado bovino, afirmando que reunían a no sé cuántas miles de cabezas en aldeas semidespobladas para contaminar la tierra, los acuíferos y el aire con sus marranadas; todo ello sin aportar la más mínima prueba y saltándose a la torera que lo que sí contamina todo eso y mucho más son las granjas de gorrinos, a las que no dedicó el señor ministro ni un segundo de su tiempo, como si no existeran. Que la izquierda caviar pretenda convertir la carne en artículo de lujo, sólo asequible por pijos de ciudad, da la medida de por dónde se desliza porque aunque ellos, ellas y elles no lo sepan, que la clase obrera pudiera comer carne al menos tres días a la semana es un logro del movimiento obrero. Que la derecha clasista pretenda que a los "tiesos" nos den la carne de peor calidad y así ellos deleitarse con la de animales criados a base de masajes, alimentados con los brotes más tiernos de plantas en peligro de extinción, bebiendo agua de los glaciares del Himalaya y que han pasado su existencia en las faldas del Fujiyama mientras escuchan suaves melodías del folclore japonés entra dentro de su cinismo y de su manera de entender el mundo, por eso les gustan tanto las macrogranjas, la caza y la película "Los Santos Inocentes". Ah, y por ahí en medio, estamos los rojipardos, fusaristas, sorelianos y criptofalangistas, los equidistantes, gentuza fusilable por ambos bandos. Si tienen ustedes cuenta en Twitter, que es la fosa séptica de las redes sociales, pueden encontrar un rayo de luz si siguen a mi amigo David (@quantumpossit) y ya que están pueden leer lo que dice sobre el caso, que creo que les gustará.

Las macrogranjas que deberían preocuparnos no son las de vacas - por cierto, hay vacas criadas para producir leche y otras criadas para producir chuletones, no me pidan que les de más explicaciones que ya les digo que no tengo ni idea, nunca he convivido con esos animales -, ni las de gorrinicos - ¡Ese animal es Dios! ¡Cuánto quiero a esos bichitos! ¡Ay! Que me los como -, ni siquiera las de aves de corral sino las de políticos. Las macrogranjas de políticos donde estas alimañas medran estabuladas son las que lo contaminan todo con sus purines de odio, irracionalidad y falta de escrúpulos. La pena es que ustedes, o debería decir "nosotros", somos cómplices, cooperadores necesarios y en definitiva aún nos pasa poco para lo que nos merecemos, por soplagaitas. Bueno, pues nada, sigan a lo suyo y que pasen un buen día, a ver si viene el meteorito ya.

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