OCASO Y DECADENCIA DE LA IZQUIERDA BRILLI-BRILLI

Mucho se ha hablado estos días, después de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023, de la derrota electoral del PSOE, que ha perdido buena parte de su poder territorial, pero poco se ha hablado de la hecatombe electoral de Podemos. Quienes sí han hablado del asunto han sido los dirigentes de la formación morada, que atribuyen su descalabro al contubernio judeo-masónico, a los taimados medios de comunicación y a Juan Roig, que ese es como Dios, está en todos los saraos. Como siempre, nada nuevo bajo el Sol. Se llama "atribución externa", que en realidad en dosis moderadas es un buen sistema de autoprotección pero a los niveles que destila el discurso de los dirigentes morados es más que patológico. En el fondo, es cierto que los "poderes fácticos", esos que dice Ione Belarra que gobiernan sin presentarse a las elecciones - y yo me pregunto para qué sirve votar si quien gobierna en realidad no se somete a escrutinio ciudadano. Tal es el delirio podemista - han contribuido, por activa y por pasiva, al fracaso de Podemos pero la principal causa del desastre no hay que buscarla fuera sino dentro, en la "cuchipandi de la Complu", en los "pijo-progres" que han secuestrado un Podemos que nació como vehículo de lo que los rojos llamamos "el pueblo", es decir, la gente corriente. Y esto es así en la medida en que la actual dirección de Podemos ha abandonado los principios de la lucha obrera para abrazar con alegría desbordante los de la izquierda woke estadounidense. No sé ni cuándo, ni cómo, ni por qué ha sucedido esto pero lo que sí sé es que no ha sido una solución de continuidad sino un proceso sostenido en el tiempo, que ha disuelto Podemos en una sopa desabrida de políticas identitarias vacías de toda conexión con la clase obrera y sus intereses.

Probablemente el proceso de "wokización" de Podemos empezó justo en el momento en que Pablo Iglesias arrumbó el personaje tertuliano de La Sexta y alumbró el de dictadorzuelo bananero, laminando toda crítica interna y rodeándose de la clá de Podemos, un grupo de personajes siniestros cuya única intención ha sido siempre medrar a la sombra de la tomatera como, por ejemplo, Pablo Echenique. El caso de Echenique es paradigmático de este ocaso de Podemos; un tipo que salió de Ciudadanos porque no vio posibilidad de medre y que aterrizó en Podemos con la insana intención de reventarlo desde dentro, cosa que, hay que concedérselo, ha conseguido con creces. El único que se ha atrevido a levantar la voz para denunciar la deriva hacia el abismo de Podemos ha sido Juan Pedro Yllanes, el actual vicepresidente del Govern Balear por Podemos, que será muchas cosas pero tonto no y desde luego tampoco un "tiralevitas". Yllanes, que ha leído la situación con claridad meridiana, no en vano es juez y está acostumbrado a tratar con mangarranes de toda clase y condición, ha pedido que Irene Montero, Ione Belarra - que es la Secretaria General y un cero a la izquierda, todo a la vez -, Pablo Echenique y toda la "troupe" colorista e inane que dirige Podemos haga las maletas, se vaya a su casa y deje de joder la marrana. Eso sí, lo de Juan Pedro es un "pa lo que me queda en el convento ..." de manual porque esto que dice ahora no es nuevo, ya podría haber puesto las peras al cuarto hace unos años pero entonces calló y ahora habla sin cortapisas, él sabrá por qué - y yo también -, y también debe asumir su parte de responsabilidad en la situación actual. Tampoco han ayudado Íñigo Errejón, Yolanda Díaz, Luís Alegre, Carolina Bescansa, Ramón Espinar y otros, que se fueron "echando leches" del cortijo de Pablo Iglesias y sus mariachis, cuando lo que hubiera sido mejor, al menos para Podemos, es que hubieran dado la batalla interna para desbrozar la mala hierba. En fin, eso ya no tiene solución y de nada vale lamentarse ahora. De lo que sí nos podemos lamentar, tentarnos las ropas y mesarnos los cabellos, o lo que cada uno considere para expresar su desesperación, es del despropósito del proyecto de Yolanda Díaz, Sumar. Nos habían vendido un proyecto horizontal, desligado de los aparatos de los partidos políticos, configurado como un movimiento ciudadano, popular y con unas listas electorales, sí o sí, por primarias abiertas, como el 15M o como el Podemos original, pero se ha quedado en una sopa de siglas fruto de pactos cupulares partidistas, con un nombre tan largo que resultará imposible ponerlo en las papeletas electorales porque a todos los dueños de los cortijos les interesa mear en las esquinas para marcar su mierda de territorio y con unas listas electorales confeccionadas por el nada edificante método de la cooptación, como el Podemos actual. No han aprendido que defraudar a la parroquia conlleva desastre electoral y allanarle el camino a la extrema derecha, esa extrema derecha que dicen combatir. No se puede ser más idiota.

El ocaso y la decadencia de la izquierda brilli-brilli, asfixiada por sus propias manos, no puede ser más patética, al menos en el espectro de la izquierda porque en la derecha ya tienen a Ciudadanos para ponerlo como ejemplo de lo que pasa cuando estiras más el brazo que la manga. Podemos debería mirarse en el espejo de Ciudadanos porque a menos que se vaya la cuchipandi de la Complu, a ser posible con patada en las posaderas incluida, ese es el futuro que nos espera. Dilapidar todo el capital político y transformador del Podemos original, que tradujo a la política el movimiento del 15M, solo está al alcance de esta troupe de soplagaitas con ínfulas de cosa devaluada. Veremos si la hostia que nos han metido en las autonómicas, y la que previsiblemente nos van a dar en las generales, consigue hacer limpia de toda esta morralla, este desecho de tienta y esta podredumbre que nos ha llevado a asomarnos al abismo. No tengo muchas esperanzas pero como dijo el filósofo pontevedrés: "Pues nunca se sabe" y "Cuanto peor, mejor, mejor para mí, el suyo, beneficio político", porque aquí el más tonto "por el sillón, ma-ta".

Comentarios

Entradas populares