LA GUERRA DE ISRAEL

Mientras Israel y Palestina se cosen a pepinazos y van matándose civiles en masa, en medio del horror surgen como setas los escribidores profesionales de pluma rápida y pensamiento nulo, que aprovechan la coyuntura para meter sus mierdas a ver si pillan cacho. La verdad es como las anguilas, escurridiza, serpenteante y muy desagradable, por eso el tertulianado huye de ella como de la peste y prefiere soltar soflamas a beneficio de inventario, fundamentalmente para ver si hacen caja con el sufrimiento ajeno; es el capitalismo, amigo. Y como se ve que el bolsillo no medra lo que esperaban a cuenta de la nómina que les abona religiosamente la televisión de turno, acuden a las redes sociales como bandada de buitres en busca de carroña fresca. La última batalla que han librado estos juntaletras, aspirantes a cosa devaluada, ha sido, y es, a cuenta del bombardeo de un hospital en La Franja de Gaza, con el consabido baile de cifras y tras las cifras se esconden las vidas que han perdido personas que no sé si son inocentes pero sí sé que no son combatientes. Elegido bando, el tertuliano típico, ya no afloja la mandíbula y ahí le caigan hostias como panes por todas partes que no recula ni así lo maten. Si en su momento dijo que la autoría es de "los otros", siempre son "los otros" los malos y "los nuestros" los buenos, ya nada le hará cambiar de opinión, ni que le pongan al autor de la barrabasada delante, confesando la autoría. Y así desgranan las horas y los días, debatiendo sobre si en el año de "Maricastaña" alguien dijo o hizo algo y ahora van los zotes que descienden de su árbol genealógico repitiendo como papagayos sus cosas y haciendo lo mismo que sus asquerosos ancestros. Pero que no les engañen, es una función teatral, les importa una higa podrida la guerra, los muertos y toda la parafernalia testosterónica de cuatro zumbados que, como dice un amigo mío: "si follaran más, joderían menos", lo único que les interesa es el cheque.

Judíos, cristianos y musulmanes, que son las parroquias respectivas de las tres religiones monoteístas más importantes de la humanidad, adoran al mismo dios y en su nombre han justificado matar a los colegas que adoran al dicho dios pero a su manera. O ese dios al que adoran es un psicópata o, lo que es más probable, no existe ningún dios y se están ahostiando no en nombre de dios sino para que cuatro mamarrachos malnacidos conserven sus cuotas de poder y riqueza. Y entonces aparece Joe Biden, que ese sí que es el actual representante de dios en La Tierra, para poner los puntos sobre las íes y dejar claro cuál es el pueblo elegido, no sea que algún botarate se esté confundiendo entre tanto cadáver. Biden es el Papa del Capitalismo, que es el dios único y verdadero al que adoran miles de millones de seres humanos y en cuyo nombre se libran las guerras desde el siglo XVIII. No se engañen, ni la UE ni Borrell ni Ione Belarra pueden parar esta barbarie, solo Estados Unidos tiene la capacidad de detener este conflicto hoy, ahora mismo, con solo un chasquido de los dedos del octogenario Papa del Capitalismo, pero todo dependerá de cómo le vaya en el baile, si bailar le va bien para sus intereses estratégicos todos a bailar y si no, pues todos quietos paraos y aquí no ha pasado nada. El Jefe del Mundo ha ido a echar un vistazo para evaluar la situación y ver si le conviene o no desestabilizar "Oriente Medio", habida cuenta de que una guerra global en la región empujaría hacia arriba el precio del petróleo y eso es chachi-piruli para los USA, por otra parte eso también le va bien al sátrapa ruso, que tendría cash suficiente para mantener la guerra contra Ukrania, que le va de perlas para cobrar lo suyo por los cereales y controlar el mercado internacional de grano y por supuesto el de gas; y estas cosas ya no le molan al yayo. Que muera gente a cholón por las bombas o por el hambre, que aparezcan o desaparezcan países o que África, que es un continente del que solo nos acordamos cuando algún virus peligroso se les escapa, se haya convertido en un estercolero le da lo mismo al dios Capitalismo; externalidades no deseadas, dirán. Total, siempre están listos los cohetes espaciales de Yolanda Díaz, en caso de que algún tarado apriete el botón de destrucción nuclear, para que la gente de bien y con posibles ponga pies en polvorosa y se largue de este planeta cuando se convierta en un erial. Pero no perdamos de vista lo fundamental, que nos dispersamos con nuestras tontás, que el pepino que ha reventado la vida de entre 200 y 500 personas en un hospital de la Franja de Gaza lo han tirado los otros, que son los malos, más que la tiña, porque los nuestros son los buenos y jamás harían semejante cosa; y vayan pasando por caja, que es día de cobro, que hay que pagar la hipoteca y eso es cosa de mayor enjundia que no vean como está ya el Euribor.

Supongo que a estas alturas ya todos ustedes han elegido bando, tienen un "nosotros" y un "ellos" para ir discutiendo a ver quién tiene la echeminga más larga y la vergüenza más corta pero, oigan, a mí no me metan en sus movidas que yo no soy de "los suyos". En una guerra no hay "buenos" ni "malos" sino culpables y todos lo son porque como decía mi abuela: "dos no pelean si uno no quiere". Invéntense todos los motivos que quieran para justificar destripar a un congénere pero por muchas razones que aduzcan seguirán siendo unos despreciables destripadores desalmados. Por mí pueden meterse sus dioses, sus patrias y sus banderas por donde amargan los pepinos, parafraseando al gran Pepe Rubianes: "a ver si les explotan dentro y les quedan los huevos colgando de un campanario".


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