NADIE AL VOLANTE EN LA IZQUIERDA

Que la izquierda en general vaya dando palos de ciego como un pollo sin cabeza no es una novedad, ya venía pasando desde su digamos "fundación", lo que pasa es que entre que en aquel momento era un mal menor y que pensábamos, ilusos soñadores, que estábamos a tiempo de enderezar el rumbo, esta cuestión se nos quedó en un discreto segundo plano. De aquellos polvos vienen estos lodos, o al revés, que nunca me aclaro, y ahora nos encontramos navegando en plena tempestad y sin timonel. Bajel pirata, "El temido" me llaman, o "El hundido" mejor dicho. Vamos a pasar elegantemente por encima del desfile de roedores temerosos que, como diría el filósofo: "no es cosa menor, o dicho de otra manera, es cosa mayor" pero preferiría no entrar en ese debate por ahora, y vamos al meollo de la cuestión, la total y absoluta ausencia de conductor en el vehículo. Las causas de este tremendo dislate son muchas porque en realidad forma parte, digamos, del "leit motiv" de la izquierda andar apuñalando por la espalda al compañero tras acusarlo de hereje y si resultara que el compañero es el líder pues miel sobre hojuelas, que esta actividad, digamos cinegética, se ha ido transformando en un arte que hoy en día tiene algunos virtuosos, de cuyos nombres no quiero acordarme. Ahora bien, las consecuencias, esas sí que están más que claras y se podrían resumir en una sola palabra: hecatombe. Claro, imagínense ir montado en un autobús y que el conductor se baje en marcha mientras transita una estrecha y zigzagueante carretera de montaña, y que el pasaje decida organizar una asamblea deliberativa para ver quién posa sus reales en el asiento del conductor, un disparate que preludia la catástrofe.

En algunas series de televisión, por supuesto estadounidenses - no vaya a ser, que ya si eso -, el personaje principal se vuelve a la cámara y espeta a los incautos espectadores la frasecita de marras: "Se estarán preguntando cómo he llegado hasta aquí" - en autobús, claro -. Normalmente el resto de la serie se dedica a dar una respuesta a esa pregunta inicial, fundamentalmente porque el guionista ya la ha respondido, pero en nuestro caso ni siquiera se ha planteado tal cuestión, seguramente porque la Asamblea no ha llegado a una conclusión aceptable. Mientras tanto, el pasaje de nuestro autobús - el que les citaba en el párrafo anterior - anda enfrascado en sus interminables debates sobre si los ángeles tienen sexo, no solo como característica biológica sino como actividad digamos asamblearia. No sé si han tenido ustedes el sano juicio de ver la película "La Vida de Brian" (Monty Phyton - 1979), si no lo han hecho corran a hacerlo, en ella hay una escena en la que los miembros del Frente Popular de Judea se dedican a tildar de "disidentes" a toda una pléyade de partidos de izquierdas con nombres divertidísimos hasta que llegan calificarse a sí mismos como "disidentes" porque ya se les han acabado las siglas a las que denigrar. En esa concepción negativa de la disidencia radica el mal que corroe las entrañas de la izquierda. En la antigua URSS (CCCP, por sus siglas en ruso) esta necesaria e imprescindible operación de zafarrancho general se denominaba "purga" y, en efecto, consistía en lo de la película, darle matarile al prójimo.  Aquí es necesario introducir un matiz, el pasaporte se le daba - y se le da - siempre, como decía mi "agüela", a "pocarropa", es decir, al pobre tontico que andaba despistado por donde no tocaba y en el momento más inoportuno (del que, por cierto, ya nunca más se supo, no vaya a ser que nos enteremos de todo). Pues en esto andan enredados nuestros próceres zurdos, en medirse el lomo unos a otros mientras la derecha montaraz y la derecha ultracentrista se desorinan de la risa. Y como consecuencia ha quedado vacante el puesto del capitán del navío que zozobra en la mar bravía, "con tiempo duro de poniente", que diría aquel. Así las cosas se nos va a quedar en pecio el barquito velero que habíamos botado para la singladura hacia el asalto de los cielos. A ver, que esto no sería cosa de preocupación en circunstancias digamos normales, porque "en peores plazas hemos toreado", pero es que justamente en este momento, cuando brotan "Trumps", "Mileis", "Melonis", "Pútines", "Ayusos" y otras malas hierbas, como níscalos en otoño, pues no nos viene muy bien que digamos. Precisamente ahora, en esta coyuntura desfavorable, nos haría falta tener un director, o una directora - porque, como diría Xiaoping (creo que se escribe así): "gato negro, gato blanco, lo importante es que cace ratones" -, con aspiraciones al Óscar y no estar en estas "pelotudeces".

Cuando tenga tiempo y ganas, a lo mejor les cuento algunas "cositas" que ya vimos "algunos" allá por los tiempos gloriosos de Él y sus palmeros acólitos, alguno de ellos más papista que el Papa porque ya saben aquello de los conversos, pero dejemos este tema aparcado por el momento. Lo mollar del asunto es el drama que se nos cierne en el medio y largo plazo, y no solo para nosotros, los zurdos, sino para el populacho en general, vote lo que vote. Seamos claros, sin paños calientes, se nos han desarbolado los palos del sombrajo y estamos con el culo en pompa a la intemperie, expuestos, "ofrecidos", y no duden ni un segundo en que vendrá algún malandrín desalmado y nos dará a traición (pista: no le quiten ojo a un tipo que lidera una organización de gente que compra cosas). Vayan haciendo acopio de víveres, que se vienen tiempos difíciles y, sobre todo, huyan como de la peste de youtubers, streamers, tonticos de los ovnis y toda esa recua de "natsis" retrasados mentales que medran al calor del estiércol ideológico que esparcen a modo de aspersor desde el extremo centro político. Agárrense, que vienen curvas y no llevamos conductor.

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