SEGUIR EN X PORQUE PATATAS

 

En política, como en la vida en general, hay que convivir con las propias contradicciones y aprender a lidiar con la disonancia cognitiva que producen. Hay quien no puede hacerlo y realiza contorsiones intelectuales para justificar lo injustificable pero la mayoría de las personas, al menos quienes hemos madurado correctamente, asume que en ocasiones hay que tragarse sapos, algunos muy gordos. Es lo que está pasando con la red social X tras su deriva ideológica hacia posiciones que, siendo generosos, podrían calificarse de extrema derecha y siendo honestos de nazis, sin paños calientes. Y eso al margen de si el propietario ha hecho el saludo nazi o no en la Corte de Donald Trump, donde le han dado mando en plaza. Pero, lo cierto e indiscutible es que Elon Musk usa X para difundir su ideología, que muy lejos del nazismo no estará cuando ha participado en un mítin de campaña de AfD, un partido que será muchas cosas pero de izquierdas no. Que vale que la motivación de este individuo no tiene exactamente que ser ideológica sino meramente económica y que en el fondo lo que pretende es desestabilizar la UE para hacer negocios, porque puede ser que su única ideología seria es la del billete verde, pero en el camino se ha sumergido en las tesis nazis de cabeza y sin vacilaciones fundamentalmente porque le viene bien para su business. Salvando las distancias, entiéndaseme, como Franco, que de falangista tenía lo que yo de monje trapense pero le venía bien la parafernalia fascista para sus cositas de dictador sanguinario.

Seguramente ya habrán asistido al sainete protagonizado por algunas personas y otras tantas entidades sobre el asunto en cuestión, es decir, la permanencia o no en la red social X. El supuesto debate pivota, al menos en los encendidos escritos de estos esforzados luchadores por la democracia liberal, sobre la necesidad, más o menos real, más o menos sincera, de dar la batalla contra la extrema derecha. Esgrimen los defensores de la permanencia que el vaciado de opiniones críticas de la red social X condena ese espacio de "debate" - un momento, que me da la risa - a ser una fosa séptica de enfervorizados energúmenos fascistas. Por lo tanto, la "obligación" de la izquierda es permanecer en la trinchera para combatir el fascismo a golpe de teclado a fin de disputar la hegemonía - ya tú sabes, aquello del motor irradiador y seducir a les aliades laterales que decía aquel - y vencer en la guerra cultural. Por eso, algunos reputados "tuitstars" autodenominados de izquierdas, anticapitalistas y sobre todo antifascistas de pedigrí sobradamente demostrado en tertulias de todo pelaje no solo se han sacrificado por nosotros, tristes "pocofollowers" indocumentados,  quedándose en X para caer luchando sino que nos invitan a acompañarles en esta heroica inmolación en el sagrado altar de la causa. Miren, sin paños calientes, las cosas como son y "al pan, pan y al vino, vino" - "¡Viva el vino!", dijo el filósofo -, se quedan por la pasta. Todo por la pasta, siempre por la pasta. La platita en X se mide en "followers", que es la unidad básica de monetización de la influencia de tal manera que se establece una relación directamente proporcional entre el número de seguidores y el engorde de sus cuentas bancarias a base de trincar parné por publicidad, venta de libros, participación en tertulias y otras mierdas de similar enjundia. Y, claro, si bajan la persiana y cierran el chiringuito les llega la monetización en negativo, la pérdida de criptobros y en definitiva queda expedito el camino a la miseria, la indigencia, el ostracismo y, lo peor, el "pocofollowerismo". Ya si eso, vamos viendo cómo va la cosa en Bluesky, pero por ahora ellos se quedan en la nazisfera - a lo sumo se abren cuenta a ver cómo responden los seguidores y van sacando humo a la calculadora -, kamaradas, arriba parias de la tierra, en pie famélica legión y tal, Pascual.

"Si en una mesa hay un nazi y diez personas que lo respetan, en esa mesa hay once nazis", reza un proverbio alemán, que allí saben un poco de nazis. Parafraseando ese refrán: "si una red social está dirigida por un nazi, apoya a los nazis y difunde el nazismo, quien se queda es cuando menos un colaborador de los nazis". Vale que el fascismo, al menos en su concepción original, impugnó el capitalismo y propuso un sistema alternativo, eso sí repugnante, pero fue una fiebre pasajera y pronto se abrazaron al Grosse Kapital con alborozo indisimulado. Y ahora siguen el mismo camino los referentes de la izquierda en las redes sociales, demostrando que a babor y a estribor quien manda es el que paga, el que tiene la guita, y el que no la tiene pues si es menester pone el culo en pompa o lo que sea necesario para afanarse un patrimonio para el futuro - que es muy oscuro trabajando en el carbón - porque "poderoso caballero es don dinero".

Comentarios

Entradas populares