14 DE ABRIL

El 14 de abril de 1931 se proclamó en España su segunda república, un periodo de democracia entre dos dictaduras militares, la del general Miguel Primo de Rivera y la del general Francisco Franco Bahamonde. La segunda república española surgió, igual que la primera, de la voluntad popular; las dictaduras militares surgieron de la reacción de las oligarquías, que siempre se han revuelto con violencia contra la democracia. El caso de la segunda república española es significativo porque la reacción necesitó de un golpe de estado, fallido como siempre, que ocasionó una sangrienta guerra civil (1936-1939) que, a diferencia de las otras guerras civiles, incorporó por parte del bando sublevado la voluntad manifiesta de exterminar al enemigo, identificado como "La antiespaña". La represión continuó durante la dictadura franquista y sólo terminó cuando el dictador murió, el 20 de noviembre de 1975, tras una larga agonía en la cama de un hospital. Sin embargo, el franquismo no murió con su creador sino que pervivió, profundamente enraizado en las estructuras del Estado y en la sociedad civil; ninguna dictadura puede durar cuarenta años sin el soporte de una amplia base popular. 

La pulsión republicana ha sobrevivido a la dictadura, la represión franquista y a los constantes ataques de las derechas y la ultraderecha, heredera del franquismo. No obstante, el atomismo del movimiento republicano, su vinculación casi de manera exclusiva con la izquierda política y alguna que otra confusión ideológica de por medio, ha impedido que hoy en día exista en España una opción política viable y, si se me permite, seria, que sea netamente republicana. En algunos partidos políticos el republicanismo es un elemento decorativo, algo folclórico y en todo caso marginal; en otros es mero postureo histriónico, sin nada más detrás que pins, camisetas y banderas; y en otros, un arcaísmo, reflejo distorsionado de un pasado que ya no recuerdan ni "los más viejos del lugar". Hoy, la tercera república española está tan lejos como Marte y los republicanos, tanto los españoles como los que nos consideramos independentistas - en mi caso del País Valencià -, hemos de asumir la gran parte de la responsabilidad por la carencia absoluta de un proyecto republicano. Y lo peor es que el sueño republicano se desvanece "como lágrimas en la lluvia" (Blade Runner) porque ya no existe entre la juventud, que es el futuro. El error que hemos cometido es mayúsculo y a lo mejor irreparable, tal vez ya no haya solución. Puede que el republicanismo, al menos el serio, el que está a años luz de los delirios maníacos de cuatro fanáticos chalados y del postureo vacuo de algunos vendedores de humo goebbelsianos, tenga alguna posibilidad de resistir, pero en todo caso será en la clandestinidad. Habrá que enclaustrarse en los palacios de invierno y esperar a que se derrita la nieve para ver si es seguro asomar el hocico, como los osos. En todo caso, amigos, yo no aspiro a ver la luz del Sol porque es ya seguro que "le daré verde a los pinos y amarillo a las genistas" (Joan Manuel Serrat) antes. 

Ya lo he dicho otras veces, la República no vendrá como consecuencia del lógico devenir histórico, no será la culminación del proceso evolutivo del sistema político, la tendrá que traer la gente, como siempre. Y la gente es el pueblo, todos y todas, sin distinción de credo ideológico, a izquierda y derecha del continuo. No les veo empujando, la verdad, sino todo lo contrario, es decir, poniendo palos en las ruedas. Igual es que ya les va bien con la monarquía borbónica, que es una postura legítima, no se avergüencen, pero luego no se quejen porque el hecho de que España sea un reino es su decisión. Ustedes verán. Salud y República. 

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