28 PIFIAS DESPUÉS

Hay una cosa muy desagradable en la evolución del séptimo arte, que es la incomprensible pandemia de precuelas, secuelas y demás "cuelas", a cada cuál peor. Se ha perdido el respeto al noble arte de hacer películas - me atrevo a decir que se ha perdido el respeto a todo arte -  en estos tiempos aciagos de trumpismo, melonismo y fascismo en general. Se reduce todo a hacer caja y a repartir soma a los épsilons adocenados que acudimos a la sala del cine con actitud de sumisión bovina. Confieso, abochornado, que formo parte del rebaño y no les oculto que no es que haya puesto el listón muy bajo, es que no tengo listón, cualquier patochada infame me parece bien a cambio de que pueda echar la tarde de manera más o menos agradable. Lo que me ha pasado ahora con "28 años después" (Boyle, 2025), la súper secuela de "28 días después" (Boyle, 2002) y "28 semanas después" (Fresnadillo, 2007) - a mí me parece que se han saltado "28 meses después" - es que me ha dejado vacío, me ha hecho sentir ridículo y me ha puesto de muy mala gaita. Insisto, por si se les ha olvidado, que no tengo exigencias, me vale todo, ya hace mucho que abandoné el esnobismo cinéfilo que me llevó a pasar horas en los extintos cines Albatros para disfrutar de películas iranís de pastores de ovejas en las montañas o largometrajes cubanos de drama social. Pero, oigan, todo tiene un límite en esta vida salvo la estupidez humana, que no parece tener cortapisas y que se concentra hasta el extremo en esta digamos película. 

No voy a abrumarles, o aburrirles, con datos sobre las brillantes interpretaciones de Cillian Murphy en "28 días" o de Robert Carlyle en la no menos excelente película de Fresnadillo "28 semanas" porque para qué, así que me limitaré a opinar sobre el desastre absoluto perpetrado por Boyle, que hay mucha plancha. La película, por aclararnos, se puede dividir en cuatro partes y a medida que avanza la narrativa va desquiciándose, el guión se va yendo al garete, el ritmo narrativo se va intrincando en idioteces sin sentido hasta que sucumbe en un sindiós y en medio del desastre emerge Ralph Fiennes para hundir su carrera de manera gratuita, innecesaria y del todo absurda. La primera parte es lo único que se salva, porque dura lo que un suspiro, al revelar los primeros momentos del caos zombi (que no salen en "28 días después", como es lógico) a ritmo del baile de los Teletubbies, que bueno, vale, bien. La segunda parte, con el poblado, el padre, el hijo y la madre loca, se sitúa a medio camino entre "The Walking Dead" (2010-2022) y "300" (Snyder, 2007) pero sin ninguno de los elementos narrativos y va anunciando el desastre que se avecina sin que el espectador sea consciente de adónde va el asunto hasta que aparecen los "alfa", que a mí - que me perdone el bueno de Zack Snyder por citarlo tantas veces - me trajo al recuerdo el zombi gasolinero de "Dawn of the Dead" (Snyder, 2004) pero dopado. En fin. La tercera parte es una herejía, un insulto a la Historia del cine, un atentado contra el arte y casus belli para todo cinéfilo porque mancillar la memoria del inconmensurable Don Marlon Brando en "Apocalypse Now" (Coppola, 1979) interpretando al inefable coronel Kurtz ("El Corazón de Las Tinieblas". Conrad, J ., 1899) no puede tener perdón ni olvido. No entiendo qué urgencias alimenticias pueden haber obligado a Fiennes a meterse en este berenjenal, pero ya pueden ser acuciantes porque esto no es de recibo, Ralph. Lo del médico "loco" - al final es el único personaje cuerdo en esta locura psicodélica -, Ian Kelson, en la "selva" - ¡Hay que joderse! ¡Que se supone que estamos en las Badlands escocesas! Es que ni eso -, triste remedo del coronel Kurtz, antes citado, es un insulto intolerable. La cuarta parte es la culminación de la locura, el desastre total y el hundimiento definitivo de cualquier atisbo de mínima posibilidad de regresar a la cordura, con su parto de mujer zombi, sus taimados "infectados" de gimnasio y sus Power Rangers de Bollywood, no hay por dónde cogerlo, es un auténtico despropósito.

Es posible que haya ido al cine con expectativas, es posible que me haya puesto excesivamente tikismikis con ciertas referencias cinematográficas y también es posible que tenga un pronto muy malo, pero es que, miren, me siento estafado. No sé si han visto - bueno, sí lo sé, no la han visto - una película argentina que se llama "La Plaga Zombie" (Parés, 1997) interpretada, es un decir, por el gran Sebastián Berta Muñiz, es un dislate pero no engaña, el espectador sabe a lo que va y "puto el que lee" (esto solo lo entenderán los fans). Hicieron dos más, y ahí lo dejo. Si quieren sumarse al club de estafados por Danny Boyle y profundamente decepcionados por "28 Pifias después" lo tienen fácil, vayan al cine a verla, pero si quieren evitarse el bochorno, ¡con el calor que hace!, opten por otras actividades. Hacedme caso, hermos@s.

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